El umbral del odio

 



El umbral del odio

SUR

 

El rencor puede ser la antesala del odio, "puede ser" si antes no ponemos remedio y no nos dejamos envenenar por todo aquello que gira a nuestro alrededor. El ambiente se está volviendo sumamente tóxico, solo tenemos que girar la cabeza a la diestra o a la siniestra. Siniestro es todo lo que estamos viendo y lo que se nos puede venir encima.

A menudo, nuestros líderes políticos son el fiel reflejo de la sociedad. No olvidemos que la sociedad la componemos todos –y por supuesto todas-. Los ciudadanos individuales e individualizados formamos ese puzle social, cuya diversidad, la que tanto se alaba, carece de cimientos, esto es, son demasiado frágiles si solo se sostiene con dos pilares radicalmente opuestos.

Los representantes de esos pilares opuestos se están encargando de polarizar y radicalizar a los ciudadanos que componen la sociedad. La sociedad está cada vez más polarizada. Parece que estoy dando una clase de perogrulladas. Nunca habíamos asistido a tanto enervamiento, rencor e insultos en los hemiciclos, círculos y circunferencias. “¡Vergüenza, vergüenza!”, sintetizaba la ministra de Igualdad. Sentí verdadero sonrojo por ese griterío gratuito. Las razones las perdía ante tanto alboroto. Tampoco son banales ciertos asuntos con los que no debemos frivolizar. Los puntos en los que se pudiera coincidir van a desparecer ante tanta polarización.

La crispación se genera cuando uno no está seguro de lo que hace o de lo que dice. Aquellos titubeos e inseguridades se transforman en auténticas zafiedades. Nunca había asistido a tantos intercambios de reproches e insultos, propios de una sociedad inculta y bananera.

Un paseo por la RRSS nos asoma a ese abismo de improperios, amenazas y calumnias que se vierten constantemente. Todo el mundo pone el célebre ventilador para que la mierda vaya hacia el otro lado. Nadie se ocupa de lavar sus trapos. Cuando he intentado crear y fomentar una izquierda crítica que no se ocupe básicamente del pueril “y tú más”, me tachan de facha. ¡Con cuánta facilidad te trasladan a la oposición!

Nadie busca puntos de encuentro sino de desencuentro y confrontación. En ese jueguecito macabro a mí no me van a encontrar. Es un juego dañino que solo polariza y convierte a la sociedad en un dañino grupo de ciudadanos agresivos.

Esa agresividad se percibe por doquier en forma de injurias, amenazas o claras manipulaciones que solo sirven para generar mucha más crispación y enfrentamiento. La amenaza por antonomasia es, sin duda, la cercana Tercera Guerra Mundial. Con solo escucharlo se nos pone el vello de punta. Pero resulta que la tan manida amenaza putiniana se está dejando de tener en cuenta precisamente por su repetitividad; sin embargo, no olvidemos lo del cántaro, la fuente y lo del lobo.

Efectivamente, debemos alejarnos del umbral del odio que acecha por todas las esquinas. Incluso a nivel personal. Puede ser que intentes alguna maniobra de acercamiento o distensión sobre alguna relación que no funciona correctamente y, por tanto, se pueden malinterpretar tus sanas intenciones. No solo por esa lectura torticera que se hagan de tus palabras, sino porque el rencor, el odio y la inquina han trepado por la mente de la otra persona. Es entonces cuando compruebas que es mejor callar y seguir adelante, ya que nada se puede hacer contra la intolerancia y la polarización, salvo alejarse.

Jlraya

Comentarios

  1. Cuánta razón tienes. Lo más grave es que la polarización viene de arriba abajo, no sé trata del reflejo de una sociedad sino de los intereses políticos de los políticos. Nada parece casual. Pero lo cierto es que se traslada a la ciudadanía, como ya vivimos en Catalunya, donde se llegó a la división y confrontación incluso en el ámbito familiar.
    Deberíamos protegernos.

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