VENI, VIDI, VINICIUS
VENI, VIDI, VINICIUS
https://www.diariosur.es/opinion/veni-vidi-vinicius-20230527182609-nt.html
Ante todo, disculpen esta reordenación
de la célebre cita de Julio César, pero los tiempos están cambiando, discurren
en continua ebullición y, afortunadamente, debemos evolucionar y condenar todo
aquello que ataque la dignidad humana; pero también se puede involucionar: no
tentemos al maligno. Si la defensa de ciertas reivindicaciones justas la
realizamos con acritud y atacando a su vez, si pretendemos canalizar el
discurso humanista por la senda del bien, no imitemos los deleznables patrones
de conducta que intentamos reconducir.
Recuerdo, cuando era un infante y los
colegios funcionaban por las tardes, que mi maestro nos explicaba que lo de
acudir los domingos al fútbol y atacar e insultar al árbitro – en aquellos
tiempos no había negros- era algo habitual y servía para descargar las
tensiones, incluso las frustraciones, de la extenuante semana laboral. Cuando
fui creciendo, alguno afirmaba que las visitas a los serrallos o lupanares
servían para mantener vivo el matrimonio y que el macho alfa descargara todo
aquello que lo aprisionaba. Muchos, o algunos, añoran aquellas gloriosas
décadas.
Si nos anquilosáramos en los tiempos
pretéritos, la mujer seguiría sin tener voz ni voto. Mucho después llegó la
aprobación de la unión de parejas del mismo sexo. Hubo un momento, en ambos
casos, en que se consideraría una auténtica aberración.
Desde hace años se ha ido normalizando
la agresión y el insulto al diferente. Las vejaciones a las que se somete
Vinicius, lo mismo que otros futbolistas negros, son absolutamente
intolerables. Los energúmenos se agarran a la imagen que tiene de provocador y
a sus actos desafiantes, por lo tanto merece ser insultado: ha de ser un negro
dócil y debe aguantar el chaparrón. Además, los socios pagan una cuota y les da
derecho a ello. Los asistentes al evento también pueden insultar, menospreciar
o lanzarles plátanos como si fueran simios. Viva la raza blanca. Esta podría ser
una lectura. ¿No les parece una actitud realmente nazi en el fondo y en la
forma?
Como docente, he asistido a las
vejaciones que algunos alumnos disparaban contra “los diferentes”. En algunos
casos, igualmente, habíamos comprobado que estos, ya sea el niño negro, como el
trans, utilizaban su condición para insultar o agredir previamente a otros
niños, con lo cual se amparaban en su sustancial protección. A mí no me
temblaba el pulso para sancionarlos a todos. A ello hay que ir. Tolerancia cero
contra actitudes racistas, machistas u homófobas, pero hay que vigilar a esos
pocos que utilizan su condición para irse de rositas, después de haberla liado
previamente. El niño de color, o el mismo chico trans, se acercaba por detrás y arreaba un mamporro a otro niño o
niña. Este era el inicio del lío. ¿Cómo podía castigar solamente al niño que
insultaba? No podía.
Efectivamente, el símil viene como
anillo al dedo, pues todo lo que sucede en el campo de fútbol – por cierto, en
otros deportes no ocurre- es similar a lo que ocurre en un patio de recreo, con
la diferencia de que hablamos de adultos y críos.
Una de las fotos que circulaban por
las redes me dejó un poco sobrecogido. En ella se apreciaba a un montón de
gente insultando y vociferando a un futbolista negro que se hallaba sentado en
el suelo, después de haber sido objeto de una falta. Supuestamente el jugador
había fingido más de lo debido. Por lo que la gente se desinflaba en gritos e
insultos. En la parte inferior de la instantánea se aprecia a una niña de siete
u ocho años estremecida por el espanto, en tanto su padre se encuentra de pie
vociferando como un salvaje. Esta foto merecería el premio Pulitzer. ¡Que la
busquen!
Yo ya me retiré de las polémicas que
tratan de politizarlo todo y sacar rédito de cualquier frivolidad o de
cualquier tema. Pero más me enerva que se cuestione o se justifique lo
injustificable, que se ponga en duda la coherencia y el sentido común en aras
de una ideología. No me gusta el deleznable extremismo que entiende que todo
esto ocurra porque es, incluso, merecido, ni esa otra postura que es capaz de
apagar al Cristo Redentor sin mirarse el tremendo racismo que habita en su
país, donde no hay ni un solo ministro negro en su cámara de gobierno, bueno,
creo que hay uno. Los negros allí siguen siendo ciudadanos de segunda
categoría, se agolpan en infernales favelas y, como en todas partes, son el
blanco de la policía simplemente por su color negro, a no ser que seas un
adinerado y afamado personaje, con lo cual se podría hablar, en primer lugar,
de clasismo. Esas manifestaciones populistas=cínicas me ponen de los nervios y
de las nervias, pues alimentan de alguna manera a ese monstruo que se pretende
combatir.
Señor Vinicius, sé que usted tiene
veinte años más o menos y que, a menudo, se comporta con la inmadurez de un
niño malcriado, pero insisto, ello no da derecho a que lo maltraten y lo
insulten de esa manera tan cavernícola. Los violentos se retratan solos.
Particularmente, agradezco que con sus aspavientos haya puesto en el punto de
mira un problema que debería erradicarse ya mediante duras sanciones, puesto
que los energúmenos actúan sin pudor y habría que aislarlos de una sociedad
civilizada.



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