El eje valleinclanesco
EL EJE VALLEINCANESCO
José Luis Raya
Las redes sociales toman el pulso al estado anímico de la sociedad, son
un fiel reflejo del sentir o penar de los ciudadanos, por ello sería
recomendable para todos aquellos que deseen seguir la línea de este
sentir social agruparse en las distintas tribus que se erigen como
salvadoras de nuestra sociedad y de nuestro país. Efectivamente, el
término “tribu” responde a ese estado gregario primitivo en el que
todos, unidos y atrapados bajo un mismo afecto, muestran cierto
desafecto y puede convertirse esto en una cuestión de felonía, pues se
castiga, como en los tiempos primitivos, a quien piense y sienta de
manera diferente. La consolidación de esas tribus cibernéticas se
sustenta en la aversión manifiesta hacia los componentes de las otras,
que son siempre oponentes o enemigos natos.
La pluralidad, taxativamente hablando, sólo es manifiesta en el círculo
que te rodea y te delimita, extrapolarse o indagar en otros territorios
ajenos al tuyo puede ser tachado, como mínimo, de incongruencia. No es
posible discurrir ni reflexionar encircunscripción supuestamente enemiga
porque eso ya empieza a cuestionarse y se aprecia como tendencioso.
Mantener una posición idéntica hasta el final de los tiempos suele verse
no tanto como un síntoma de lealtad como de notoria consecuencia. Es
entonces cuando uno empieza a coquetear verdaderamente con el
radicalismo, justo cuando te mantienes firme hasta que el barco se ha
hundido.
Son ingentes los ejemplos de ilustrísimos intelectuales que mantuvieron
sus tendencias inamovibles y se exponen en las doctas hemerotecas como
ecuánimes modelos a seguir, sin embargo, si se indaga un poco
comprobamos que todos los verdaderos sabios que España ha producido en
el campo de la filosofía y de la creación literaria han virado de un
lugar a otro según el discurrir del temperamento social y personal, pues
han entendido (sabiamente) que las ideas – como producto de la
evolución histórico-social- han ido evolucionando igualmente. Sostener
las mismas actitudes o posturas ad aeternum, no sólo es
antinatural y antisocial, por la evolución implícita que cualquier
sociedad manifiesta, sino que puede resultar también sumamente
arriesgada por la negatividad con la que la sociedad puede recibirla,
puesto que no están en sintonía con esta. Es preciso adaptarse a los
tiempos, puesto que estos no se adaptan a nosotros. La historia como
tal, no la forja un solo grupo, sino, como elucubraba Unamuno, la va
configurando la suma de todos sus individuos como átomos indisolubles y
pensantes, si bien un solo individuo, a veces, puede transformar y
radicalizar el devenir de todo un país, precisamente porque por sí solo
puede crear una “tribu” a su imagen y semejanza y es cuando empieza lo
verdaderamente peligroso. Por ello es preciso que se construyan
individuos individuales, valga la redundancia y sin redundancia, pues
también hay individuos gregarios bien aleccionados en ambos extremos de
la ideología, incapaces de pensar, sentir y reflexionar por sí mismos.
Son los acólitosamaestrados, dóciles y obedientes que todo partido
necesita o sistema para seguir subsistiendo.Son diversos/múltiples los
casos de evolución – o involución según el lugar donde supuestamente te
encuentres- de célebres intelectuales cuya inclinación ideológica se ha
visto alterada porque las circunstancias sociales o personales también
se han alterado. Por lo tanto, lo congruente es adaptarse a ese
deambular político-social y no mantenerse firme en creencias o
tendencias que ya han sido claramente superadas o, incluso, denostadas.
Valle-Inclán, Unamuno, Pío Baroja, Azorín, Maeztu son tan sólo un
florilegio de grandes pensadores que en algún momento de sus vidas han
considerado que su posición ha de mutar por diferentes razones.



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