La tiranía del menor
La tiranía del
menor
José Luis Raya Pérez
Son numerosos los casos de
menores de edad que, bajo su intocable situación de púberes, se aprovechan
consciente y deliberadamente de la misma para realizar todo tipo de tropelías y
mezquindades, como el menor de 17 años,
autor del asesinato de un guardia civil en Barbastro. Tan sólo dijo: “No
sé por qué lo hice, soy menor” Enarbolando la bandera de su exculpación e
inocencia. Otro caso similar ocurrió hace unos años en los aledaños de Montjuich,
en el que un joven violó y asesinó a una chica para celebrar su décimo octavo
cumpleaños, que cumplía tan sólo unas horas más tarde, por lo que fue juzgado
como menor. Estas son las credenciales de estos pequeños monstruos que entre
todos y todas estamos creando: padres, madres, familiares, maestros,
profesores, inspectores, políticos y la sociedad en general que ha configurado
una serie de leyes sobreprotectoras que alientan y fortifican a estos seres
diabólicos que usan su tiránico estatus de menor para justificar y defender
todo aquello que perpetran. Sin duda, se trata de unos casos aislados, pero el
ocaso de una sociedad es la suma de una serie de casos aislados.
Sin llegar a estos incidentes
psicopatológicos se están creando – aunque me temo que siempre han existido-
unos perfiles de adolescentes díscolos unos y tiranos otros, que someten a los
adultos a sus caprichos y pagamos todas sus supuestas frustraciones, a veces
reducidas a no poder conseguir un smartphone mucho mejor o sencillamente no poder
aspirar a una moto para poder pasearse de un sitio para otro, aunque mejor un
auto para ir al instituto y que todos los amigos lo flipen. Esa desviación
seguramente se inició en esa tierna infancia, cuando los padres o madres los
colmaban de gustos y caprichitos para mantenerlos contentos y que no les dieran
guerra.
Si reviso la esfera donde yo me
desenvuelvo, observo y constato cómo estos menores, que van un tanto mal
descaminados, campan a sus anchas por todos los colegios e institutos de
nuestra geografía. Descaminados desde su más tierna o dura infancia, bajo la
tutela inapropiada de sus progenitores, me refiero a los que engendraron y no
educaron. En las aulas se dedican diariamente a entorpecer la explicación del
profesor-a y el trabajo de todos sus compañeros-as, sabedores de que la ley los
protege y ampara cualquier tipo de fechorías, desde lanzar tizas a sus
maestros, hasta robarles o pincharles las ruedas del coche. Se levantan,
gritan, chatean con sus móviles, insultan a sus compañeros-as, no atienden, no
realizan las tareas, llegan tarde o no llegan a clase, no traen material o lo
pierden, aparecen totalmente desaliñados y berreando o incordiando. Son todos
ellos-as una minoría igualmente que no solo tienen amedrentados a sus
compañeros sino a sus mismos profesores-as, ya que han comprobado cómo la
exigua ley no sólo no los disuade de ese nefasto comportamiento, sino que
además los protege, ya que las sanciones que la ley permite son tan ridículas
que ellos-as se ríen en tus propias narices y además esgrimen: “Ten cuidado
conmigo que soy un menor y te puedo denunciar” Muchos compañeros-as saben de lo
que estoy hablando. En muchos casos esos docentes agachan la cabeza y asienten
porque a esos menores tiranos se les puede unir esos padres o madres que son
aún más peligrosos que sus propios hijos o hijas. Otras nos encontramos con
padres y madres desesperados porque no ya no pueden enderezar a ese ser cargado
de ira y odio. Es imposible trabajar con una cierta normalidad porque estos
determinados-as menores, a pesar de perjudicar a una inmensa mayoría de
alumnos-as, y a pesar de colmar la paciencia y acribillar la autoestima de su
profesor o maestro, y a pesar de impedir y dificultar el aprendizaje de todos
sus compañeros, a pesar de todo esto y mucho más, saben muy bien que la ley los
protege y que ampara totalmente sus derechos, eliminando prácticamente sus
deberes. Ya va llegando el momento de poner freno a todas estas pequeñas
dictaduras que reducen a lo mínimo el aprendizaje del resto. Ya va siendo hora
de que se pongan en pie el resto de sus compañeros y compañeras y griten ¡Basta
ya¡ Ya va siendo hora de que la mayoría
de esos padres y madres, preocupados por la educación de sus hijos, se enteren
y sepan que nos encontramos con las manos atadas antes todos estos gamberros-as
y que poco podemos hacer, porque carecemos de medios y porque nuestros
políticos los están sobreprotegiendo y están olvidando a esa inmensa mayoría de
alumnos-as civilizados que quieren avanzar y aprobar sus cursos con solvencia y
decencia. De hecho, durante las evaluaciones se emplea mucho más tiempo en
tratar de recuperar a esos alumn@s, que suelen ser irrecuperables porque saben
además que pasan de curso por ley, y se olvida a esos adolescentes serios y
responsables que pueden mejorar y avanzar mucho más. Es realmente injusto que
ciertas personas o políticos sin conocer el medio lo más mínimo dicten una
serie de leyes o normativas que amparan y protegen al incivilizado y descuidan
al capacitado, al preparado y al responsable. Luego nos quejaremos de que
estamos a la cola de la educación en Europa, y es que un solo individuo puede
romper la armonía y el progreso de toda una clase. O incluso una sociedad. Lo
hemos comprobado a lo largo de nuestra historia…
A veces leemos noticias tan
lamentables como las que han introducido este artículo.


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