BENDITA TORTURA
http://www.diariosur.es/opinion/201501/30/bendita-tortura-20150130005259-v.html
BENDITA
TORTURA
JOSÉ LUIS RAYA PÉREZ.
Lo mismo que se recomienda eso tan manido de
que “hay que saber comer”, por los beneficios que aporta para la salud como
todo el mundo sabe, también deberíamos emplearlo para otras actividades. A mis
alumnos siempre les digo que hay que saber estudiar y procuro enseñarles a que
rindan mucho más, y que su rendimiento depende no tanto de las horas empleadas
como de la calidad da las mismas. Los pedagogos y orientadores convienen en que
hay que descansar lo suficiente para poder rendir en consecuencia. Todo esto se
podría aplicar al trabajo propiamente dicho. Estudiar es un trabajo
intelectual. Si de joven se adquiere buenas y productivas horas de estudio, el
adulto sabrá rendir en su futuro laboral. Ya que habrá aprendido a organizarse,
estructurarse, atender a lo prioritario y relevante, y posponer lo accesorio.
“Dicho lo cual” – horrorosa expresión, por
cierto, que se está poniendo de moda- en
ocasiones el individuo inteligente y eficaz dispone de una serie de
herramientas mediante las cuales su trabajo se hace mucho más provechoso y
productivo. Lo que ocurre es que este sistema tan obsoleto y, en muchas
ocasiones, un jefe antiguo, antipático, borde y poco inteligente, consideran
que amedrentando a los empleados, presionándolos y cargándolos de tareas van a
rendir y van a producir más. O el profesor que sobrecarga a sus alumnos con
actividades y deberes, o la empresa que se dedica a convocar reuniones y más
reuniones, o esas asambleas largas y eternas como los discursos de Fidel de
ocho largas y eternas horas, que no servían para nada, excepto para prolongar
un régimen moribundo que tarde o temprano tenía que caer.
Así
pues, nos encontramos al pelota de turno que se queda hasta el final para
apagar las luces y que su jefe lo vea por allí dando vueltas hasta el final. O el
estudiante que todas las tardes permanece en su habitación cuatro o cinco horas
estudiando y alterna con los chats y los videojuegos – realmente solo ha
estudiado media hora como mucho- Y luego acude la madre diciendo que su hijo-a
no sale de su habitación. O el que presume de que ha hecho un informe de más de
mil páginas, cuando en realidad solo es aprovechable el primer párrafo. O el
docente que configura una programación interminable e infumable. O el jefe o el
director de un banco o de un colegio que convoca a sus empleados a una
interminable reunión de cuatro horas cuando en quince minutos se podría
concretar y despachar todo el contenido, olvidando en todo los casos la máxima
de Gracián de “lo bueno, si breve, dos veces bueno” O esos plenos que solo
sirven para ver quién grita más o incluso las reuniones de vecinos que no
terminan nunca, porque patinan en los mismos y superficiales problemas mientras
olvidan lo fundamental.
Se considera que España es uno de los países
menos productivos de Europa, y que las horas empleadas y trabajadas no se corresponden en absoluto con lo
producido. Y esto de perder el tiempo a cualquiera le enerva sobremanera, pero
después inciden en las mismas cuestiones una y otra vez, como el burro que se
pierde si lo sacan de su itinerario. En un asunto, reunión o problema, eso de
ir al grano, no se prodiga lo más mínimo, y nos gusta escucharnos, reincidir en
lo mismo y darle vueltas a la mismas ideas sin avanzar, ni ir al meollo de la
cuestión. Así pues, muchos españoles no concilian la vida laboral con la
familiar y eso merma el ánimo, agria el carácter, nos impide pensar y razonar,
nos pone de mal humor y por consiguiente rendimos mucho menos, y el trabajo es
de peor calidad. Después, tenemos el añadido del actual sistema de crisis, que
se debe considerar el trabajo una bendición y al jefe como un dios que puede
pisotearte si se le antoja, ya que te ha sacado del negro pozo donde habitabas.
No debe extrañarnos que ante tanta precariedad y torpeza emocional haya empresas que cierren o negocios que no
funcionen, porque sus trabajadores están simple y llanamente amargados, y así
no se puede trabajar, ni rendir, ni vivir. Otro asunto bien distinto son los abusivos gravámenes que han de soportar
estos empresarios que viven igualmente asfixiados. Y su abatimiento lo descarga
contra estos. Con lo cual el trabajo se convierte en una tortura, pero en estos
tiempos que corren resulta políticamente incorrecto quejarse por esto.
Dejémoslo en una bendita tortura, que para colmo se harta uno de trabajar para
nada. Es un dicho.




Muy bueno¡¡¡ felicidades
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