Predisposición

 







Predisposición


 

Puede resultar un pequeño tormento si uno no está predispuesto a engullir completamente una obra magistral, esto es, ponerte a leer sin ganas o acudir al cine ante una indiscutible obra maestra sin el menor deseo de penetrar en su universo, bien porque no has dejado fuera los problemas del trabajo o de la pareja, puede resultar una soberana pérdida de tiempo. En alguna ocasión esto me ha sucedido con una película que la he descuartizado por su puro aburrimiento; después, comprobé al darle una segunda oportunidad, que el aburrido era yo. Agradecí mi sólida predisposición al asistir al estreno de “La vida de Chuck”; puesto que en otro contexto –ese que hace distraerme y volar con mi agitada imaginación- la hubiera asumido como un verdadero bodrio. Como no descargues la mochila fuera estás perdido, ya que no conviene perderse ni una palabra de sus densos diálogos; cualquier escena es crucial para recomponer ese puzle mágico que King y Flanagan han construido tan magistralmente. Si no conectas con la evocadora historia de amor de Casablanca, te parecerá un auténtico coñazo. Las miradas, los silencios, las interpretaciones, la música y ese final tan amargo que, aunque la veas una y otra vez siempre esperas que no suceda, elevan la cinta de Curtiz a una verdadera OM. Lo mismo pudiera suceder con Blade Runner, Dune o 2001; estas cintas pudieran convertirse en un tormento si no penetras en su universo. Y si has leído previamente a K.Dick, C.Clarke o F.Herbert, lo bordas. Cine y Literatura comulgan a veces de reinos comunes de excepcional genialidad. Luego, debemos considerar que existen obras de un bagaje cultural y ancestral tan rico que, como no lo controles un poco, te vas a perder en sus detalles o universos (Dune). También hay que tener en cuenta otros factores para valorar convenientemente una obra cinematográfica, es decir, qué se pretende, qué se consigue, de dónde parte y de qué presupuesto se dispone. Así como la originalidad, la fidelidad o no a la historia original, su interpretación, el montaje, la música…Todo ello ha de empastarse y formar un todo indisoluble. En ocasiones, he visto películas mediocres cuyo final la han disparado al Olimpo, y viceversa. Por lo tanto, valorar una obra exclusivamente desde tu buen o mal gusto es una pura frivolidad. Otra cosa es que no la hayas captado en su totalidad porque no estabas predispuesto. Por último, yo te puedo asegurar que sobre gustos hay mucho escrito y poco leído.



"Cuando la mente del autor y la del lector o espectador comulgan, el arte se manifiesta".

                                                                                                                               Pepe Raya

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