Retales (borradores)

 

Pepe Raya

 "Escribir como terapia y para sobrevivir en este mundo, no cruel, pero sí injusto y absurdo"




Autocrítica

José Luis Raya

 

La autocrítica empieza donde concluye tu amor propio, esto es, hay personas cuya autoestima es tan colosal que jamás ven la viga en el ojo propio y van dando consejos pero para mí no tengo. Es una suerte de narcisismo que va embadurnando todo lo que toca. Es por lo que suelen rodearse de amigos o acólitos que siempre les dan la razón. Suelen sentirse agredidos permanentemente y casi nunca dan su brazo a torcer, a no ser que la evidencia sea aplastante y sus secuaces estén a punto de sublevarse. Es entonces cuando piden disculpas por su torpeza, teñidas de un preámbulo de interminables excusas.

Suelen estar a la defensiva. Ellos nunca se equivocan y, si lo hacen, es por tu culpa. El acto de la autocrítica supondría un paso decisivo para estas personas, que solo se miran al espejo y su maravilloso ombligo. Es también lo más cercano a una persona tóxica. Son los que se ofrecen y exigen el doble con intereses. Ya no sabe uno si ese favor lo hacen de corazón o porque esperan recibir otro a cambio, por lo que dicho favor carece de valor: de valor moral. Algunos saben muy bien que la única manera de combatir la decepción es no esperar nada a cambio.

La autocrítica tiene que ver con la empatía, con observar y mirar a tu alrededor, con ponerte en el pellejo del otro, con reflexionar sobre lo que ofreces y tu entrega, con tus limitaciones, tu soberbia o arrogancia, tu falta de autoanálisis, con el hecho de echar permanentemente balones fuera y no reconocer tus errores. También con las reacciones desmedidas y con las valoraciones absolutamente subjetivas. Con el desprecio a las opiniones de los demás y a sus decisiones. Tampoco suelen analizar el contexto, ni los antecedentes o consecuentes, ya que todo gira a su elemental punto de vista. Suelen ir sembrando la discordia y apartando lejos a los que no les bailen el agua.

Es posible que todo se remonte a la infancia, cuando te sobreprotegían, colmaban y calmaban con regalitos tus pataletas y siempre te salías con la tuya. Es posible que el egocentrismo de todos estos seres unineuronales haya sido alimentado en la familia y en la escuela. Son ellos primero y siempre ellos.

 

Confesiones

José Luis Raya

 

De muchos es sabido que me gusta escribir y que no hay nada más terapéutico para mí que transformar en palabras todo ese vendaval de ideas, conceptos y sensaciones que recorren vertiginosamente las autopistas neuronales. Normalmente el creador – con minúscula- se desenvuelve en varios universos, el real y el que su imaginación crea, recrea y reproduce en sus sueños. Siempre se ha considerado que los escritores, músicos o pintores son de otra pasta, que poseen una sensibilidad diferente y otra singular manera de captar el mundo y transformarlo a través de su arte. Recuerdo cuando algún profesor concluía que la mayoría de los grandes artistas y escritores son homosexuales. Yo era un preadolescente. Me sentaba al final, normalmente es el sitio que ocupan los diferentes, no los indiferentes. Casi toda la clase se giró para mirarme, a lo que yo respondí enrojecido que escribía muy mal y que no era un buen escritor. Ya has ganado varios concursos de relatos, hablaba el más repelente. No recuerdo cómo el maestro desvió la atención de los alumnos y pasó a otro tema: veía que se le escapaba de las manos. He de admitir que no observé ninguna actitud reprobatoria o discriminatoria, sino todo lo contrario. En aquel internado no estaban contaminados aún por los prejuicios paternales;  no obstante, yo me obstinaba en seguir ocultándome de no se sabe qué: ni yo mismo lo sabía. Algún anatema traía oculto en la mochila, allende Sierra Nevada, donde reinaban las taifas. No  renegué de mis taras, pero tampoco las mostraba porque no sabía ni que existían. En aquel tiempo ominoso eran taras. Tilde subrayada por los cohibidos, sacristanes y obispillos hipócritas, padres de posguerra y los machos de las cabras. Y luego llegaban los niños que, como el eco de una oscura caverna, repetían las infamias de sus ascendentes.

Sin más dilación y todo lo que me permita la dilucidación, intentaré bosquejar ciertos y menudillos asuntillos, que escribiré hasta donde pueda leer, como decía la recientemente desparecida MGK.

Cuando las hormonas y las feromonas se hallan en efervescencia, es difícil controlar el intelecto, por ello la mayoría de las acciones y/o decisiones son tan viscerales como improvisadas. Juventud y adultez parecen conceptos antónimos o contradictorios, en tanto en cuanto la primera se deja llevar por los impulsos vitales, la segunda pasa por el tamiz de la madurez. Es cierto que en ambos sentidos la regla siempre falla y te encuentras con jovencitos que son viejos y viceversa; pero aquí no voy a entrar puesto que cada cual ha de decidir su propio camino, siempre y cuando no interfiera en “otros caminos”.

 

Efectivamente, debemos alejarnos del umbral del odio que acecha por todas las esquinas. Incluso a nivel personal. Puede ser que intentes alguna maniobra de acercamiento o distensión sobre alguna relación que no funciona correctamente y, por tanto, se pueden malinterpretar tus sanas intenciones. No solo por esa lectura torticera que se hagan de tus palabras, sino porque el rencor, el odio y la inquina han trepado por la mente de la otra persona. Es entonces cuando compruebas que es mejor callar y seguir adelante, ya que nada se puede hacer contra la intolerancia y la polarización, salvo alejarse: política, social e individualmente.

Dejémonos de tanto prolegómeno tan ciceroniano o plutarquiano y vayamos al grano o a la grana.

Durante aquellos maravillosos años estaba descubriendo mi sexualidad y me sentía pletórico, mejor dicho, la estaba practicando, un poco tarde, eso sí. Mis desafecciones con el sexo opuesto me hizo virar al paralelo, si bien, esto lo tenía ya esclarecido, lo que ocurría era que las normas sociales no favorecían esta inclinación, es más, la entorpecían con calumnias, empellones, descréditos y afrentas mil. Para evitar tantos escarnios y bufonadas, muchos de nosotros teníamos que fingir. Interpretar lo que no eras, y más en un entorno pueblerino un tanto hostil. Así que, en muchos casos, salíamos como un toro en una cacharrería. Como cuando agitas y destapas una lata de Coca Cola o de cerveza. Ya conocemos las consecuencias. No obstante, he de admitir sucintamente que yo era de los más precavidos y moderados, ya que el dedo de la inmoralidad o la indecencia te señalaba hasta en sueños y no te comportabas como realmente deseabas. Lógicamente, el carácter y la personalidad bosquejan tus propios filtros o maneras de ser o vivir. Recuerdo cómo algunos se lanzaron a la vida loca sin calibrar el infausto devenir. Unos veinte años ha, John B me confirmó que él era el único superviviente de su generación. Todos ellos se fueron prematuramente, entre ellos el archiconocido cantante Freddie Mercury con el que mantuvo una estrecha amistad. Me mostró unas cuantas instantáneas que no dejaban lugar a dudas.

Regresemos a los inicios y obviemos la etapa straight, tan difusa como su caliginosa impregnación. Lo peor de todo es que en ambos sentidos te sentías culpable. Si lo hacías con una chica te producía resquemor, si por consiguiente, y excepcionalmente, buscabas a un chico te atosigaba una culpa fría y feroz, que llegaba a entorpecer tus sueños. Las noches se iban enhebrando con amargas pesadillas.

 

Aquella chica me seducía con sus pechos turgentes y ese trasero prieto como dos rocas feroces. Llegaba la tarde del domingo tan arregladita a lo vintage y tan recatada que el deseo estallaba en mil pedazos, sobre todo cuando intentaba impedir la efervescencia inminente de mis hormonas. Ignoro si se despertaban por el intento de ser como los demás o porque la biología funcionaba en todas las direcciones, como cuando uno está preso, ya sea física o espiritualmente. El caso es que le quitaba las medias de color carne, sedosas y brillantes, que apretaban sus piernas rollizas, y luego le bajaba las bragas con ansiedad. Hasta ese momento todo era normal, incluidos los apretones, los rozamientos, lametones, besos y abrazos, suspiros, jadeos y derrames licuados ensalivados. Después emergía un cierto desasosiego oscuro y febril que lindaba con la aversión. De repente, pareciera que la tarde se oscurecía hasta constatar una impenetrable oscuridad, semejante a una repentina depresión cuajada de pena, desamparo y desolación: habías actuado contra natura.

                                                                 (Continuará)

 

 

 

Resetear

Pepe Raya

No me he dedicado al periodismo, pero he participado del género conocido como “artículo de opinión”. Los libros de texto tratan de orientar al alumnado en esta materia para completar parte de los contenidos que abarca la Selectividad. Como sabemos, los últimos años se valora mucho más las destrezas y competencias de los estudiantes o aspirantes. Plausible valoración, pero si la memoria y la terminología adecuada y aprendida/aprehendida no se controla, lo anterior siempre quedará desequilibrado. Se nota que soy de la vieja escuela. Pero he aquí que nos desentendemos de la terminología y los significados porque tenemos en nuestro bolsillo a San Google que nos resuelve las dudas. Muchos dicen que para qué sirve memorizar si ya tenemos un cerebrito que nos apoya. Mientras tanto, el real se va oxidando por no usarlo.

Hemos de comentar un texto, analizarlo y calibrarlo desde un punto de vista crítico, utilizando todos los contenidos retenidos a lo largo de nuestra vida discente. El rico y variado vocabulario y lo guardado en nuestra formación literaria o histórica podrá servirnos para valorar y comprender mucho más el texto. Recuérdese que un texto de opinión participa a menudo de algunos códigos literarios.

Si después deseamos ubicar o contextualizar en un  marco general, deberíamos diferenciarnos de los esquemas difundidos en los libros de texto. Si todos exponemos lo mismo no habrá valoraciones diferenciadoras, esto es, todos conocemos los géneros comúnmente aceptados, sin embargo hay ciertos términos que deberían integrarse en el currículo, como son las referencias a las agencias de noticias o información, los grupos mediáticos, las notas de prensa como género, ídem las tribunas de opinión o las tertulias como nuevo género audiovisual; en realidad, viene de tiempos atrás y nunca se ha valorado como merece. Me refiero a las tertulias de antaño: cultas y respetuosas. Ahora se chilla y se insulta.

Hemos de resetear nuestro temario y considerar todo lo anterior. La típica clasificación deberíamos cuarentenarla, pues el nuevo monstruo que está emergiendo, la IA, va a revolucionar todos los mass media sin darnos cuenta, ya lo está haciendo. Las noticias, las entrevistas, los reportajes o las crónicas adoptarán nuevos formatos que trastocarán sus estructuras básicas o contenidos; de hecho, muchos autores no saben dónde colocar determinados géneros periodísticos porque van surgiendo una diversidad de acciones mediáticas que habrá que desaprender lo aprendido y empezar de nuevo. Nuestros queridos alumnos concluirán periodismo y tendrán que entrevistar a un personaje hecho con IA, lo mismo la prensa del corazón se transforma en pulmón y la manipulación informativa será tan perfecta que ni la notaremos: ya está sucediendo.

Yo quería ir a la librería pero mi mamá no me dejaba  porque tenía que limpiar la taza del váter.

 

No sé a ciencia cierta si se trataba de un impostor o Terenci Moix había resucitado para firmar ejemplares de la continuación de El arpista ciego en la librería “Azul”. Sin embargo, mi mamá me  prohibió asistir porque tenía que limpiar lo que el puerco de su novio había dejado incrustado, aunque tirara de la cadena.


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To M. & J.

You are from Autumn, from the warm sun. You are a coat for my damaged skin by the long loneliness that left my body flyed

 

I need the heat of your lips. I want to get lost in your look

 

And your tender voice, when I kiss your lips

 

I want to be a love song in your diary. A love memory in your life

 

A path for your steps

 

Attention to your words

 

Wine in your glass

 

A long lasting kiss in your mornings”


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Cuando el personaje al que deseas biografiar no se encuentra desgraciadamente en este mundo, has de recurrir a un género que pasa desapercibido para la mayoría de la gente. La confusión entre estricta biografía y novela biográfica queda patente en las opiniones o manifestaciones de ciertos individuos que abren la boca para opinar libremente, partiendo desde la ignorancia.

Escribir la biografía de Sandra Almodóvar ha sido lo más parecido a una odisea kafkiana, cuyos efectos secundarios aún aletean en mi mente conturbada. Ha habido anécdotas tan hilarantes en unos casos, como humillantes o sencillamente curiosas en otros. Cuando Sandra me propuso escribir su biografía aquella plácida tarde de febrero, recortados por un sol lánguido y tibio, no supuse que la empresa me iba a acarrear tantos quebraderos de cabeza. Empezando por ella misma, que se fue de este mundo prácticamente sin despedirse, víctima de sus propios excesos y de un supuesto maltratador y no tan supuesto. Hube de hacer de tripas corazón y travestirme de Sandra para poder comprender su inescrutable mundo, repleto de confusos testimonios en algunos casos o contradictorios en otros. Ella ya no estaba entre nosotros para corroborar lo que me confirmaban o negaban.

Por otra parte, he de agradecer la predisposición de muchos amigos o conocidos de sus diferentes etapas biográficas. A los que me buscaban y se emocionaban con sus testimonios, les ofrezco toda mi gratitud y credibilidad. Luego estaban los que me daban largas o estaban sumamente ocupados; las que me dejaban plantado y luego iban diciendo que yo no acudí a la cita; los que han partido hacia un mundo mejor, dejando muchas conversaciones pendientes; los que tenía que pillar prácticamente desprevenidos y sin escapatoria; los que nunca cogían el teléfono; los que no te contestaban por ninguna de las RRSS (muchos golpes de pecho y luego nada); los que te remitían a otros informantes; los que te citaban para tal día y luego no podían porque les había surgido un  imprevisto. Etcétera.

El primer testimonio y acercamiento humano partió de la amable dueña de la Librería Berkana en Madrid. Creí que todo iba a ser pan comido. No obstante, me sentí absolutamente desorientado y con pocas ganas de iniciar una biografía sobre una estrella rota que había partido antes de tiempo. Entonces apareció Miguel Ángel Rodríguez y me ofreció un inestimable documento donde se relataba, a modo de diario, la dura infancia de Sandra Almodóvar y sus primeros pasos artísticos por Torremolinos. Ya solo tenía que tirar del hilo como en el mito de Ariadna.

Voy a realizar una breve enmienda, donde se aprecia otro tipo de tipología gráfica, motivada quizás por mi consustancial inseguridad. Realmente, no puedo reprender a nadie que, por diferentes motivos, no quiera o no pueda ofrecerme su testimonio o contarme alguna anécdota hilarante, o quizás dolorosa. No puedo exigirles nada. Están en su derecho y hay que respetarlo. Lo que yo no sabía es que tampoco podía opinar informando sobre estas cuestiones. Ni tan siquiera preservando su intimidad. Hay que callar como en aquellas ominosas décadas de silencio y miedo. Después hay que soportar la ingratitud y la soberbia, como decía Unamuno. Incluso el desprecio. Hay personajes de las altas esferas que son intocables y hay que estar permanentemente haciendo reverencias. Espero que nadie se dé por aludido. Ha habido muchas anécdotas y datos curiosos que voy a omitir para no caer en la ofensa gratuita y, sobre todo, porque yo no gano nada con todo esto, excepto disgustos. Voy a anteponer mi paz mental especialmente. He de añadir que he empleado mi tiempo y mi dinero para que este proyecto saliera adelante. Yo soy un profesor jubilado y un humilde escritor que esto lo hace, como suele decirse, por amor al arte.  No deseo fama, ni la necesito. La verdadera fama reside en tu entorno, tu casa, tu familia y en la quietud de tu conciencia. Lo demás es pasajero. Tampoco hay que detenerse, como decía Churchill, a lanzarle piedras a cada perro que te ladre en tu camino o nunca llegarás a tu destino. Juraría que algo parecido le comentaba don Quijote a Sancho en alguna ocasión.  Así es. Todo lo demás es pura banalidad. Dicho esto, y en cuanto cumpla con los compromisos y presentaciones previstas, pasaré página y a otra cosa mariposa. Tengo otras ideas en la cabeza para iniciar nuevas novelas de diferentes géneros porque con ello disfruto. Creando y recreando. Tampoco voy a consentir que un profano en la materia vuelva a indicarme cómo debo escribir una novela, después de una licenciatura en lengua española, una diplomatura en semíticas, seis novelas y casi trescientos artículos distribuidos en diferentes periódicos y revistas literarias.

 

Seamos francos, no es que Sandra fuera una Liza Minnelli; eso sí, tenía una sensibilidad y una capacidad para crear personajes fuera de lo común, y un sentido del humor y una chispa inigualables; pero, sobre todo, simboliza algo que pocas personas o artistas pueden decir: se trata de un icono o emblema de la intolerancia del Régimen como otras tantas mujeres trans de esa generación. Intolerancia y odio que aún se respira y se transpira en muchas capas sociales. “La turbulenta vida de Sandra Almodóvar” es una novela biográfica donde se retrata unas veces con ternura y otras con horror el verdadero calvario que fue la vida de esta gran artista. 

El libro es un fresco irrepetible donde aparece la sociedad torremolinense del franquismo y la transición hasta llegar a nuestros días. Como siempre, escribo para informar, entretener y agitar conciencias. Muchas gracias.

 

Fragmento

JR le buscaba trabajo en los lugares más insospechados. En un lejano caserío de la Serranía de Ronda, Sandra acudió con la troupe de JR para amenizar una boda. Aquello debió semejarse a la entrañable imagen de los artistas nómadas de El viaje a ninguna parte de F.F. Gómez. Por aquellas distantes tierras, todos se perdieron intentando localizar aquella enorme hacienda con plaza de toros incluida. Cuando la vislumbraron en la lejanía, bajo un sol abrasador, y después de subir y bajar infinidad de ribazos y tropezar con un montón de caballones, dieron al fin con la tierra prometida. Sandra llegó sudorosa y jadeante como una parturienta. Los ahogados sofocos le hacían soltar unos insinuantes gemidos con silbidos incluidos. Parecía que ya estuviera actuando. Lo primero que pidió fue un gran vaso de agua. Los criados la asediaron con todo tipo de atenciones. Como cuando don Quijote arribaba a las ventas castellanas y todos lo agasajaban para reírse al mismo tiempo. La muy incauta iba maquillada para causar una buena impresión, pero la servidumbre reía por lo bajini cuando veían ese rostro cubista devastado por el colorete, el carmín y varias cremas ocres. El sudor discurría por su cuello y se estancaba en su canalillo conformando una especie de mar rojo. Volviendo a lo anterior, el momento resultaba realmente quijotesco o quizás berlanguiano.

Todo se retorció aún más como grotescas columnas salomónicas. Al concluir sus glamurosas actuaciones, la condujeron hacia la plaza de toros donde siguió cantando y amenizando a los allí presentes con un micro y un bafle tan grande como un edificio. Uno de ellos, el más gracioso y odioso, soltó una vaquilla que persiguió a la pobre Sandra por todo el ruedo. Ella se rompió el vestido y le lanzaba los tacones al animal que trataba de embestirla. Sandra logró esquivarla en varias ocasiones, pero la vaquilla no se daba por vencida. Llegó un momento en que perdió el interés o quizás le espantaban los agudos chillidos de la vedette. 



 

 



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Voy a realizar una breve enmienda, donde se aprecia otro tipo de tipología gráfica, motivada quizás por mi consustancial inseguridad. Realmente, no puedo reprender a nadie que, por diferentes motivos no quiera o no pueda ofrecerme su testimonio o contarme alguna anécdota hilarante, o quizás dolorosa. No puedo exigirles nada. Están en su derecho y hay que respetarlo. Lo que yo no sabía es que yo no podía opinar informando sobre estas cuestiones. Ni tan siquiera preservando su intimidad. Hay que callar como en aquellas ominosas décadas de silencio y miedo. Después hay que soportar la ingratitud y la soberbia, como decía Unamuno. Incluso el desprecio. Hay personajes de las altas esferas que son intocables y hay que estar permanentemente haciendo reverencias. Y que nadie se dé por aludido. Ha habido muchas anécdotas y datos curiosos que voy a omitir para que nadie se ofenda y sobre todo porque yo no gano nada con todo esto, excepto disgustos. Voy a anteponer mi paz mental especialmente. He de añadir que he empleado mi tiempo y mi dinero para que este proyecto saliera adelante. Yo soy un profesor jubilado y un humilde escritor que esto lo hace, como suele decirse, por amor al arte.  No deseo fama, ni la necesito. La verdadera fama reside en tu entorno, tu casa, tu familia y que la conciencia esté tranquila. Lo demás es pasajero. Tampoco hay que detenerse, como decía Churchill, a lanzarle piedras a cada perro que te ladre en tu camino o nunca llegarás a tu destino. Juraría que algo parecido le comentaba don Quijote a Sancho en alguna ocasión.  Así es. Todo lo demás es pura banalidad. Dicho esto, y en cuanto cumpla con los compromisos y presentaciones previstas, pasaré página y a otra cosa mariposa. Tengo otras ideas en la cabeza para iniciar nuevas novelas de diferentes géneros porque con ello disfruto. Creando y recreando.

 

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Entre otras anécdotas, la más relevante ocurrió cuando solicité información a la productora de Pedro Almodóvar para completar el episodio o capítulo sobre su efímero paso por el mundo almodovariano. El mutismo fue total hasta que les envié el capítulo donde ella interviene en la película. El tono que le di al mismo no fue del gusto de la secretaria que, desde el otro lado de la línea, me gritaba y me amenazaba con demandarme por injurias o calumnias. Tan solo le di un matiz jocoso y glamuroso a la par, quizá un tanto irónico. Desconocía obviamente que aquello era una recreación por la falta de información a la que se negaban en rotundo a ofrecerme. Era algo tan kafkiano como el perro del hortelano. Desconocía igualmente los artículos, casi panegíricos, que escribí sobre algunas de las películas del director manchego, desmintiendo sus infundadas sospechas sobre un supuesto y calculado desprestigio de la productora o del director. Estaba completamente a la defensiva afilándose las uñas. No sabía cómo explicarle a esta rottweiller que, dadas las lagunas que me encontraba en mi camino, debía recurrir a la recreación y convertir una biografía estricta en biografía novelada, con las consustanciales partes ficticias que ello entraña, sobre todo al hilvanar los acontecimientos. Hay una escena en la excelente “La habitación de al lado” en que, precisamente, esto mismo se lo explica el personaje de Julianne Moore a Tilda Swinton. Me removí en mi asiento del cine y pensé: “¡Eureka! Lo han comprendido”. He de agradecer el cable que me echó Agustín en este asunto. Yo le sugeriría a Pedro que cambiase de secretaria. O que se instruyera un poco antes de amenazar.

Después de aquellas tensas conversaciones y de los bochornosos correos electrónicos, auspiciados por ese amor propio que hay que mantener siempre a flote, cambié los nombres propios de ese universo al que siempre he admirado por su genialidad. Así pues, hallaremos a Pedro Calatrava, El Anhelo S.A. o La mitad del corazón, haciendo referencia a “La mala educación”. En la novela biográfica hay una sucesión de personajes que aparecen con su nombre alterado, bien porque ellos mismos me lo solicitaron o porque no he tenido la oportunidad de hablar directamente con ellos-as. Otros personajes (reales) mantienen sus nombres o apelativos porque verdaderamente son positivos o ayudaron a consolidar el respeto o la dignidad de Sandra.

 





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De muchos es sabido que me gusta escribir y que no hay nada más terapéutico para mí que transformar en palabras todo ese vendaval de ideas, conceptos y sensaciones que recorren vertiginosamente las autopistas neuronales. Normalmente el creador – con minúscula- se desenvuelve en varios universos, el real y el que su imaginación crea, recrea y reproduce en sus sueños. Siempre se ha considerado que los escritores, músicos o pintores son de otra pasta, que poseen una sensibilidad diferente y otra singular manera de captar el mundo y transformarlo a través de su arte. Recuerdo cuando algún profesor concluía que la mayoría de los grandes artistas y escritores son homosexuales. Yo era un preadolescente. Me sentaba al final, normalmente es el sitio que ocupan los diferentes, no los indiferentes. Casi toda la clase se giró para mirarme, a lo que yo respondí enrojecido que escribía muy mal y que no era un buen escritor. Ya has ganado varios concursos de relatos, hablaba el más repelente. No recuerdo cómo el maestro desvió la atención de los alumnos y pasó a otro tema: veía que se le escapaba de las manos. He de admitir que no observé ninguna actitud reprobatoria o discriminatoria, sino todo lo contrario. En aquel internado no estaban contaminados aún por los prejuicios paternales;  no obstante, yo me obstinaba en seguir ocultándome de no se sabe qué: ni yo mismo lo sabía. Algún anatema traía oculto en la mochila, allende Sierra Nevada, donde reinaban las taifas. No  renegué de mis taras, pero tampoco las mostraba porque no sabía ni que existían. En aquel tiempo ominoso eran taras. Tilde subrayada por los cohibidos, sacristanes y obispillos hipócritas, padres de posguerra y los machos de las cabras. Y luego llegaban los niños que, como el eco de una oscura caverna, repetían las infamias de sus ascendentes.

Sin más dilación y todo lo que me permita la dilucidación, intentaré bosquejar ciertos y menudillos asuntillos, que escribiré hasta donde pueda leer, como decía la recientemente desparecida MGK.

Cuando las hormonas y las feromonas se hallan en efervescencia, es difícil controlar el intelecto, por ello la mayoría de las acciones y/o decisiones son tan viscerales como improvisadas. Juventud y adultez parecen conceptos antónimos o contradictorios, en tanto en cuanto la primera se deja llevar por los impulsos vitales, la segunda pasa por el tamiz de la madurez. Es cierto que en ambos sentidos la regla siempre falla y te encuentras con jovencitos que son viejos y viceversa; pero aquí no voy a entrar puesto que cada cual ha de decidir su propio camino, siempre y cuando no interfiera en “otros caminos”.

 

Efectivamente, debemos alejarnos del umbral del odio que acecha por todas las esquinas. Incluso a nivel personal. Puede ser que intentes alguna maniobra de acercamiento o distensión sobre alguna relación que no funciona correctamente y, por tanto, se pueden malinterpretar tus sanas intenciones. No solo por esa lectura torticera que se hagan de tus palabras, sino porque el rencor, el odio y la inquina han trepado por la mente de la otra persona. Es entonces cuando compruebas que es mejor callar y seguir adelante, ya que nada se puede hacer contra la intolerancia y la polarización, salvo alejarse: política, social e individualmente.

Dejémonos de tanto prolegómeno tan ciceroniano o plutarquiano y vayamos al grano o a la grana.

Durante aquellos maravillosos años estaba descubriendo mi sexualidad y me sentía pletórico, mejor dicho, la estaba practicando, un poco tarde, eso sí. Mis desafecciones con el sexo opuesto me hizo virar al paralelo, si bien, esto lo tenía ya esclarecido, lo que ocurría era que las normas sociales no favorecían esta inclinación, es más, la entorpecían con calumnias, empellones, descréditos y afrentas mil. Para evitar tantos escarnios y bufonadas, muchos de nosotros teníamos que fingir. Interpretar lo que no eras, y más en un entorno pueblerino un tanto hostil. Así que, en muchos casos, salíamos como un toro en una cacharrería. Como cuando agitas y destapas una lata de Coca Cola o de cerveza. Ya conocemos las consecuencias. No obstante, he de admitir sucintamente que yo era de los más precavidos y moderados, ya que el dedo de la inmoralidad o la indecencia te señalaba hasta en sueños y no te comportabas como realmente deseabas. Lógicamente, el carácter y la personalidad bosquejan tus propios filtros o maneras de ser o vivir. Recuerdo cómo algunos se lanzaron a la vida loca sin calibrar el infausto devenir. Unos veinte años ha, John B me confirmó que él era el único superviviente de su generación. Todos ellos se fueron prematuramente, entre ellos el archiconocido cantante Freddie Mercury con el que mantuvo una estrecha amistad. Me mostró unas cuantas instantáneas que no dejaban lugar a dudas.

Regresemos a los inicios y obviemos la etapa straight, tan difusa como su caliginosa impregnación. Lo peor de todo es que en ambos sentidos te sentías culpable. Si lo hacías con una chica te producía resquemor, si por consiguiente, y excepcionalmente, buscabas a un chico te atosigaba una culpa fría y feroz, que llegaba a entorpecer tus sueños. Las noches se iban enhebrando con amargas pesadillas.

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Aquella chica me seducía con sus pechos turgentes y ese trasero prieto como dos rocas feroces. Llegaba la tarde del domingo tan arregladita a lo vintage y tan recatada que el deseo estallaba en mil pedazos, sobre todo cuando intentaba impedir la efervescencia inminente de mis hormonas. Ignoro si se despertaban por el intento de ser como los demás o porque la biología funcionaba en todas las direcciones, como cuando uno está preso, ya sea física o espiritualmente. El caso es que le quitaba las medias de color carne, sedosas y brillantes, que apretaban sus piernas rollizas, y luego le bajaba las bragas con ansiedad. Hasta ese momento todo era normal, incluidos los apretones, los rozamientos, lametones, besos y abrazos, suspiros, jadeos y derrames licuados ensalivados. Después emergía un cierto desasosiego oscuro y febril que lindaba con la aversión. De repente, pareciera que la tarde se oscurecía hasta constatar una impenetrable oscuridad, semejante a una repentina depresión cuajada de pena, desamparo y desolación: habías actuado contra natura.

                                                                 (Continuará)

 

 


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Si eres escritor y, por lo tanto, observador o auscultador del alma de las personas – aunque para otros asuntos seas tremendamente despistado-, te darás cuenta de que la vida te va presentando una retahíla de personajes imposible de plasmar en las novelas que aún quedan por escribir, ya sea por falta de tiempo o de editoriales interesadas. Con frecuencia, se me ofrecen para que escriba sobre “sus vidas”; sin embargo, el más interesante es el que cree que su vida no es interesante.

Hace unos cuantos años – muchos o pocos- conocí a uno de esos que merecería ser protagonista de una narración de Flaubert o Galdós. Vamos a llamarlo Norberto. Él es muy sociable, amable y educado. Su innata timidez lo impele a tratar de trabar conversación constantemente. Es capaz de comunicar con fluidez aunque, a veces, su cortedad lo conduce hacia terrenos anodinos cercanos al desinterés. Algunas personas, para superar esa timidez, han de estar permanentemente hablando, lo cual puede llegar a saturar. Te recibe con una sonrisa. Te puede alegrar enormemente y se interesa por aquello que te preocupa. Aparentemente es cariñoso, pero es incapaz de dar un abrazo o un beso con algún sentimiento añadido. Es frío como un bloque de hielo, quizás debido a una infancia y adolescencia donde el acoso escolar era diario. Sus compañeros lo flagelaban psicológicamente un día sí y el otro también. Podría ser que todo se lo tomara como algo personal. Un padre distante o ausente contribuyó a esa personalidad resbaladiza y aparentemente esquiva, aunque por otro lado te busca. Norberto se encuentra en permanente búsqueda. Busca todo aquello que no le ofrecieron.

Como mucha gente con posibles, es tremendamente ahorrador, tanto que no llega a disfrutar de los placeres que le pone la vida por delante, quizás crea que no es merecedor de ello. Seguramente, como otras tantas personas, crea que no merece ser feliz. Con su esposa no mantiene relaciones. Conviven como dos compañeros de piso. Sus relaciones sexuales son completamente extramaritales; sin embargo, por la calle se cogen de la mano, dando a entender que se consideran un matrimonio corriente; al mismo tiempo, mantienen cierta relación empresarial por los negocios comunes, o mejor dicho, ciertas inversiones comunes, como los protagonistas de “La rebelión de los buenos” de Roberto Santiago. Se puede entender que vaya buscando a aquellos amigos que no tuvo en la infancia, pero cuando ya los ha conseguido, algo sucede que se van resquebrajando y los aleja. Puede que sea por su glotonería afectiva. O porque necesita estar en esa búsqueda permanente de la felicidad que no halla. Ni la halla en la pareja, ni en la familia, ni en los amigos, que serían los tres pilares básicos de nuestro microcosmos.

Norberto es una persona desdichada. Se entrega a los demás y necesita que le respondan con idéntica entrega. Como encuentre algún resquicio desigual, lo magnifica y se atormenta. Vive atormentado porque cree que no recoge lo que siembra, aunque no es tan generoso como a primera vista se puede apreciar, ya que el verdaderamente generoso ofrece sin esperar nada a cambio. Norberto habla mal de los demás contigo y habla mal de ti con los demás, debido a esa personalidad ambigua que lo define y lo agrede. Sí, Norberto se agrede a sí  mismo pensando que todo el mundo está contra él. Como cuando era pequeño en el cole y luego en el instituto. Es posible que las bromas de los niños él las recibiera como verdaderas puñaladas. Las mismas que él cree que va recibiendo. En el fondo, muy en el fondo, cree que se las merece, quizás en el fondo de un mar oscuro como un piélago negro. Esos amigos que va buscando permanentemente van desapareciendo de su vida. Pero él no padece por ello, ya que siempre hay alguien al acecho para suplir o sustituir al anterior.

La pareja  es el espejo del padre ausente. Mantenerla a su lado equivale a estar cerca de ese padre que nunca estuvo, por lo que las relaciones estarían más cerca del incesto que de algo más sano o equilibrado. Por ello ni se tocan.

Nor me entró hace muchos o pocos años. Parecía que yo era su alma gemela y que se iba a comer el mundo a mi lado, ya que existía una absoluta complicidad. Nor vive en un mundo definitivamente desproporcionado porque él lo vive con total desmesura. Parece ser que ya ha hallado a otra persona a la que convierte –como por arte de magia- en su media naranja.

Nor es un personaje que desprende felicidad pero encierra una enorme tristeza. Es un personaje tan real como ficticio. Ideal para protagonizar una interesante novela, como las de antes, a lo Clarín, Galdós o Valera, pero en moderno.

***Nor perdió a -seguramente- su mejor amigo y no hizo nada por recuperarlo, sino todo lo contrario. La indolencia, el orgullo, la frustración y las heridas del pasado hicieron el resto.

Nor pasaba de los Wassaps de su amigo en los grupos como de la mierda, sin embargo mostraba curiosidad por los encriptados. La curiosidad mató al gato. Y se lo tomó como algo personal cuando en realidad era algo abstracto dirigido a nadie  y a todo el mundo. Excusatio non petita... Tengo diferentes frentes abiertos, incluso con la conocida productora "El anhelo, S.A." por ahí iban los tiros. He cambiado el término. Si crees que todo va a ir dirigido a ti, vas mal.

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PRESENTACIÓN

AGRADECIMIENTOS: MIGUEL, JR, JUAN DAVID CARDONA (PORTADA) TÚ Y A TODOS Y TODAS LOS QUE HAN COLABORADO CON su testimonio, el libro lo habéis escrito también vosotros. Por cierto hay mucha gente REAL que son los personajes de este libro y muchos están aquí sentados.

CUESTIONES:

-        Cómo se inició la idea de escribir la vida de Sandra (¿)

-        El título (por qué “Turbulenta”)

-        Cómo ha sido ese recorrido (¿) He tenido ciertos quebraderos de cabeza hasta el momento final incluso (no sabía si el libro iba a estar impreso para este día).

-        Cómo te calificarías como autor/escritor Cómo te ves?

-        La labor como colaborador de periodista

-        Rápido recorrido por la vida de Sandra… (puede intervenir el público)

-        Dificultades/obstáculos ( testigos tergiversadores, manipuladores, ignoradores… El Deseo… Editoriales…)… MIGUEL era mi paño de lágrimas

-        Se puede tratar mi concepto sobre una novela: explicar novela biográfica (término). Mis conceptos para tratar de estructurar una novela (escritor de brújula y de mapa)

-        Futuros proyectos literarios

-        Comencemos por la forma: la portada de Juan David Cardona. Qué vamos a ver: la bella estampa de Sandra Almodóvar, pero rasgada, como si se tratara de un juguete roto. Sin duda resulta muy gráfico y lo explica todo o casi todo. A Melús y David Sancho les ofrecí la posibilidad de realizarla.

-        Planteamiento de la obra: fue muy complicado sin Sandra obviamente. En principio desistí porque no sabía por dónde empezar… Pero Miguel Rodríguez del PQP me ofreció un manjar. Los primeros años de la vida de Sandra y sus recuerdos escritos al dictado por él mismo. De ahí empecé a tirar del hilo Hay muchas personas de Torremolinos que aparecen en la historia formando un inmenso mosaico de nuestra intrahistoria, no solo los que he entrevistado de manera directa. También hay otras muchas que se han desentendido o me han dado largas. Yo No insisto.

-        No solo es la narración de la vida de Sandra sino que es un documento histórico de la etapa franquista, la postfranquista, la transición y la democracia. Sandra fue un personaje de esas etapas. Víctima de la dictadura y víctima de sí misma. Pero es que ahora no todo es de color de rosa. Si la Homofobia es una lacra, la Transfobia es TREMEBUNDA. Karla Sofía en las RRSS y toda aquella persona que se haya atrevido a dar ese paso la crucifican…

-        Ha habido lagunas de años incluso: por lo que he tenido que recurrir a episodios ficticios: ello la convierte en novela biográfica. De ahí lo de la “Turbulenta vida” …porque hay episodios oscuros o en blanco que he tenido que recrear. Algo que no comprendió la secretaria de El Deseo…

-        Dificultades: pues eso mismo, la imposibilidad de entrevistar a algunos amigos de Sandra. Por diferentes motivos. Los respeto, incluso la falta de interés o la desidia. Otros se han dado golpes de pecho en las redes y en las televisiones y después han pasado mil pueblos. Por lo que ruego que después no vengan a corregirme. Por ello he cambiado en muchos casos he alterado los nombres propios. Incluso cambié el nombre del director de La mala educación, incluso el nombre de la película. Uff mi orgullo y el de Sandra iban por delante… Es una historia muy larga, deplorable e incluso humillante para mi persona. Yo me preguntaba ¿para qué me he metido en estos berenjenales? El recuerdo de Sandra: esa persona excepcional y única con un corazón inmenso me alentaban a seguir adelante. Y sus mejores amigos y amigas. Ella no tenía familia… estaba sola en el mundo.

-        Editoriales (periplo) todo ha sido un periplo, casi una odisea. De Egales a--- Aliar Ediciones.

-        No me he rendido: 27 de mayo en el Ruiz Picasso a las 19:00 será la presentación oficial. Hay otras mini presentaciones por ciertos bares de Torremolinos donde ella trabajaba, actuaba o simplemente interactuaba con la gente.

-        Dar a conocer la imagen de una mujer que ha sido una superviviente, pero su mayor peligro ha sido ella misma y su progresiva autodestrucción. Si bien, su última pareja la ayudó a darle su último empujón. No sé si esto se ha pasado por alto en el desenlace real de su vida.

-        Lectura: ágil, sugerente, entretenida… capítulos breves y crear suspense e interés. Hay muchos episodios muy dramáticos que revolverán al lector más sensible, también he intentado intercalar algunos episodios o capítulos más graciosos; es que su vida fue un melodrama realmente. No puedo disfrazarla con mentiras para que nos riamos todos y no divirtamos como cuando actuaba en PQP o Cruising. Es un personaje que encaja perfectamente en mi trayectoria literaria… vive al límite de sus emociones. Entre otras cosas escribo para conmover y nos replanteemos en qué mundo de mierda, con perdón, vivimos. Aunque la vida pueda ser maravillosa, no lo dudo. Aquí vivimos en una burbuja de respeto y tolerancia como en Sitges o Ibiza sin ir más lejos. Solo hay que echar un vistazo por las RRSS y no podemos creer la gigantesca avalancha de odio, asco y desprecio que provocan los trans. Hay una transfobia increíble en el mundo. Como escribí varios artículos sobre Karla Sofía Gascón, me llegaban páginas y páginas de Facebook insultándola hasta la extenuación. Gente adulta haciendo un bullying realmente despreciable. Casi todas procedían de países latinoamericanos.

-         

Pepe Raya

 "Escribir como terapia y para sobrevivir en este mundo, no cruel, pero sí injusto y absurdo"

La indignación particular

He de subrayar en primer lugar que este es mi blog, mi espacio, mi catarsis y el lugar donde escribo lo que quiero. Faltaría más que alguien viniera a censurarme. Si no estás seguro de seguir con esto, puedes parar ahora. Sin duda, estas palabras van a ser muy polémicas. Por otra parte, cuando estoy convencido de que la Razón está de mi lado, la expongo sin reparos. Esto podría ser una prolongación de otra entrada del blog titulada “No es normal”, pero dada su gravedad y su excepcionalidad, lo comunico en una entrada diferente. Como concluiréis finalmente, esto me pasa por entregarme a una labor, sin fisuras, por no poner límites y, en definitiva, por gilipollas.

Siguiendo con la misma tónica, evitaré menciones y alteraré los nombres propios.

Los más allegados conocen mis inclinaciones por el arte, la poesía, el cine o la literatura principalmente. He dado charlas sobre diferentes libros, propios y ajenos; y presentaciones en diferentes espacios: Granada, Sevilla, Málaga, Zaragoza, Marbella o Madrid. He sido entrevistado por radio y televisión en múltiples ocasiones. He realizado prólogos para diferentes libros de poesía o relatos, reseñas y críticas sobre pintura, danza, cine o teatro. Por ahí están publicadas en diferentes revistas o diarios. Tampoco me he puesto a puntualizarlas o realzarlas en un currículum, ya que no vivo de esto. Alguien me ha comentado alguna vez que no me doy la importancia que debiera. Nunca se me había ocurrido. Realmente no me siento superior a nadie. Y lo digo de todo corazón. De hecho, mis mejores amigos no coinciden con mis inquietudes, yo me centro básica y precisamente en el corazón de la persona, donde me han dado recientemente la enésima puñalada (por gilipollas como he puntualizado anteriormente).

Aquella exposición me llamó poderosamente la atención por sus formas, colores y su alegría. He admirado todos los estilos pictóricos, especialmente aquellos que se enmarcan estrictamente en su género. No me gusta que el surrealismo, el futurismo, el impresionismo o el realismo se yuxtapongan, por muy original que aparente el experimento. Cuestión de gustos, como suele decirse.

Contacté con el autor. Agradecí su amabilidad y sus buenos modales en el trato. Marcos Revilla resultaba ser una persona excelente, aparte de un gran artista. Surgió una amistad artística peculiar, como la de Lorca y Dalí (salvando las colosales distancias). Desgraciadamente lo que ocurrió, desde el minuto cero como suele decirse, es que malinterpretó mis señales. En ningún momento mi intención era lasciva, sobre todo porque este señor se encuentra en las antípodas de mi estereotipo. Después, comprobé cómo me iba tanteando para ver cómo reaccionaba. Lo que eran halagos se convertían en pequeñas dosis de acoso. Quizá, dado mi carácter dicharachero, daba pie a ello. En otro contexto (hombre/mujer) es muy posible que hubiera terminado en los juzgados. Pero mejor voy a omitir todo ello. He llegado a pensar que el desenlace de todo esto ha sido producido por mi rechazo continuado a sus proposiciones. Si has llegado hasta aquí, es posible que sepas de lo que estoy hablando. En nuestro mundo, cuando rechazas a alguien, ello puede conllevar un bloqueo en redes sociales, te dejan de hablar o saludar o incluso te insultan o hablan mal de ti a todo el mundo. Ya lo he padecido en varias ocasiones. También en nuestro mundo, agrego, existe algo muy común: uno habla o presta más atención a quien le gusta o le atrae. Mire usted por dónde, me escapo de esa norma. Es por lo que quizás se han malinterpretado completamente mis intenciones. Pero no nos desviemos del asunto.

Automáticamente, deseé escribir una reseña crítica para uno de los periódicos más importantes de Andalucía, después llegaron cuatro reseñas más a diferentes diarios. No sé si un ensayo para la Editorial Planeta lo hubiera dejado completamente satisfecho. Mi admiración seguía “in crescendo” y contacté con la radio-tv de diferentes zonas y ayuntamientos. Mi labor era completamente altruista y, como suele decirse, por amor al arte. Mi próximo proyecto, por ejemplo, será la elaboración de un prólogo para un poemario de MFC, gran pintor y excelso poeta, cuya labor lo ha llevado a ser comisario de exposiciones en Málaga. Esto como apéndice. Siempre tengo algo entre manos.

Mi admiración por Marcos Revilla se fue convirtiendo en amistad. Pero en esto yo voy lento, muy lento. Para que yo considere amigo-a a alguien, seguramente deba transcurrir un año al menos. No obstante, Marcos parecía que tenía otras intenciones, que yo esquivaba como podía o sabía. A veces le seguía el juego para no parecer grosero y que no se enfadara. Pensad en la imagen de la mayoría de nosotros al saludarnos con un pico: ese día me metió la lengua hasta la garganta. Me retiré amablemente. “¡Qué frío eres conmigo!”, dijo. ¡La que se lio por muchísimo menos con Jenny Hermoso y Rubiales! (Lió se escribe sin tilde). 

Sé que tarde o temprano me voy a deshacer de todas las obras que le compré. 

Acudía religiosamente a todas sus exposiciones (inauguraciones), incluso a las más distantes. Como muchos comentaban por lo bajini: “si siempre son los mismos cuadros”. Aparte de los cinco artículos, difundía y compartía sus proyectos por internet. Nunca he tenido en cuenta que esto NO fuera mutuo. Cada cual es como es. Tampoco se lo he echado en cara. Ni a él ni a nadie. Por cierto, como dato curioso, uno de mis mejores amigos, prácticamente desde la infancia, no ha asistido a ninguna de mis presentaciones, ni ha leído ninguno de mis libros, ni ha comentado ninguno de mis artículos. Y no es precisamente una persona inculta. Supongo que Marbella está en Australia: es lógico. Otro amigo común me explicó que me tenía envidia; pero no hago demasiado caso a esas maledicencias.

Volviendo a lo anterior, que siempre me ando por las ramas: ocurrieron un par de cosas que desencadenó lo que a continuación relataré.

 

Una de sus inauguraciones se me pasó. A pesar de que la tenía anotada en la agenda, me confundí de día. En la siguiente tenía un viaje programado con mi pareja y el hotel reservado. Hube de dar explicaciones y pedir disculpas en los dos casos. No llegaron a convencerle. Exigía cada vez más. Le comuniqué que me llegaría lo antes posible con otro amigo; pero volví a fallarle porque me puse enfermo. Le mostré la foto del smartwatch por un mensaje, donde se veían perfectamente las dos horas de sueño. Había pasado muy mala noche, había tenido fiebre y tenía muy mal cuerpo. Me lo volvió a recriminar. Caí en el error de recordarle la de favores que le he hecho: incontables. “Error” porque no soy de los que hacen un favor para luego recordarlo, pero es que me llevó al extremo. Automáticamente me disculpé.

Un domingo hice una fiesta en casa a la que acudieron muchos amigos. Evidentemente él estaba invitadísimo. Llegó nuevamente a reprocharme que si no había tenido tiempo de acudir a su inauguración y sí para convocar y organizar una fiesta; le expliqué por activa y por pasiva (je,je) que me encontraba en otra ciudad con mi pareja con el hotel reservado y todo. No daba crédito: pareciera que esto no era excusa. Traté de explicarle que dicha exposición  va a estar un par de meses más y que tenía tiempo de sobra. No era excusa tampoco. Su odio y su voracidad no tenían límites. Entonces, sacó lo peor de mí. Surgió el demonio que todos llevamos dentro. Había aguantado lo indecible con esta amistad TÓXICA. Le grité en un audio: PERO QUÉ COÑO QUIERES DE MÍ. Recuerdo muy bien cómo toda la gente se me quedó mirando mientras repostaba gasolina en la Galp. De película. En ese momento ya me encontraba bloqueado en Whatssap y en todas las redes sociales. Mi perplejidad de 0 a 100 era 1000.

Esa noche apenas pegué ojo. Pasé por todas las fases: perplejidad, frustración, asombro, vergüenza y, sobre todo, indignación; y después contemplé la otra cara de la indignación: negra y grasienta.

Marcos había ganado.

 

Si has llegado hasta aquí, solo quiero añadir que siempre he intentado ayudar a todo el mundo lo mejor que he sabido. Otros artistas pueden corroborarlo. He tenido muy mala suerte con la elección de determinados amigos. Esta nefasta experiencia está haciendo que vaya con pies de plomo y que no me entregue tanto y que desconfíe. Sé que si te encuentras en la fase de conocerme, me vas a entender. Si acudo a nuestro entorno es porque mi pareja me lleva y me trae. Aquí en Mijas estoy feliz, lejos del ruido y de la gente tóxica, con mi perro, mis libros, mis cosas y mi portátil. Sé muy bien que hay personas con muy buen corazón con las que tengo contacto por las redes sociales y he tenido el honor de saludar y conocer en persona; pero tengo miedo, miedo a equivocarme y a que vuelvan a apuñalarme por la espalda. He tenido otras calamitosas experiencias, la mayoría ha sido consecuencia del rechazo sexual; pero como esta ninguna. Después recurro a la estadística, es decir, tampoco es para tanto que esto te haya sucedido en el 5% de tus amistades, más o menos.

En fin, supongo que Marcos tendrá su versión.  Todos los maltratadores también la tienen. Pero no es su caso obviamente.

Iba a terminar justificándome y disculpándome por escribir todo esto; pero ya estoy empezando a hartarme por disculparme tanto. Necesito expulsar tantísima podredumbre acumulada.

Un sincero abrazo a todos los que me quieren y me aprecian de verdad. Y


a los que no, un beso, pero sin lengua.

 Con la resaca de la clausura de los JJOO he recordado al artista Javier Melús y su laureado currículum deportivo; logró colgarse unas cuantas medallas en campeonatos del mundo y europeos en la modalidad de piragüismo (k1 y k2). JMelús apenas habla de su pasado deportivo, de cuando en cuando cuelga alguna foto en sus RRSS. De alguna manera, no desea mezclar churras con merinas, ya que para muchos seguramente no tenga nada que ver el deporte con el arte. Subrayo “seguramente” porque siempre hay un resquicio por donde se conectan todas las actividades del ser humano por muy dispares que sean.

Melús probó con la pintura y comprobó que era bueno, muy bueno. Dejó muy atrás sus inicios con bodegones y otras formas tradicionales y se impregnó de los efluvios y los colores del Pop Art: su colorido intenso, conexiones con el cómic y los dibujos más icónicos de nuestro pasado y presente, su simbología reconocible, ruptura con el arte tradicional, sus anuncios de la cultura popular y de la sociedad de consumo. Como sabemos, todo esto surgió como reacción al expresionismo y sus filias con el dadaísmo. Evidentemente, todo se lo debemos al genio de Andy Warhol.

JMelús es una persona que vive su arte de manera comprometida. Se fusiona de alguna manera con su obra: elegancia, brillo, impacto, colorido alegre y llamativo que transmite al mismo tiempo un deslumbrante toque de serenidad, quizás por el equilibrio y la meditada planificación con que se presenta. Precisamente sea esto lo que distingue sus obras de otras tantas de formatos similares. He visto muchas pinturas con estos temas e iconos y la mayoría me transmitía frenesí y vertiginoso movimiento escénico. En cambio, las de JMelús se impregnan de esa energía controlada y esa alegría por vivir, plácida y serena, que solo la madurez es capaz de transmitir. Esto es el Melusismo.

Torremolinos y su creación empiezan a estar estrechamente unidos. Ya es un ritual, nunca mejor dicho, que su magnífica obra se pueda contemplar en el Hotel Ritual de Torremolinos durante la semana del Madbear hasta el día de San Miguel. Además, muchas de sus pinturas se pueden adquirir de manera permanente en la tienda de Edén Beach Club. Intermitentemente, también se puede visitar en Baloo Bar Lounge. Nunca antes habían estado tan estrechamente unidos ocio y cultura.

El Melusismo está indicado para todo tipo de ambientes, desde el minimalista hasta el maximalista. Empasta muy bien con cualquier tipo de decoración y puede ser una perfecta carta de presentación tanto en espacios públicos como privados. ¡Bienvenidos al Melusismo!

 



 Javier Melús, un artista de nuestro tiempo

 

Siempre me llamó la atención la irrupción del Pop Art en Nueva York, tomando el relevo artístico de París, allá por las décadas de los 50 y 60, cuando aún chorreaban las miserias de la Segunda Guerra Mundial y las guerras eran más frías que nunca. Sin duda, el nuevo Arte Pop significó un soplo de aire fresco para una sociedad sumida en una profunda crisis: el mundo se desangraba. Ese alegre colorido servía de cromoterapia para generar el optimismo y la alegría de vivir que todas las naciones necesitaban. Penetró, incluso, en la Alemania dividida, en la parte occidental obviamente, donde aún existía la libertad. Desde luego, esta reconversión del nuevo arte era un canto a la libertad, al optimismo, a la alegría de vivir, a la cultura urbana, los anuncios, el cómic, la fotografía y el diseño: dentro del aparente azar hay un estudiado discurso de la composición. Ello influyó en la poesía de la Generación de los Novísimos españoles, conocidos también como “los venecianos”.

Andy Wharhol es al Pop Art lo que Picasso al Cubismo. Los amantes de estos géneros pictóricos tienen aquí sus máximos adalides, y, de alguna manera, están conectados, así como al Futurismo, al Fauvismo y a la Neofiguración. Yo añadiría igualmente al Dadaísmo, pues el retorno a nuestra niñez es más que evidente y también por su consustancial rebeldía.

Todo lo expuesto anteriormente, si lo agitamos enérgicamente, aparecerá un excepcional artista llamado Javier Melús, donde podremos descubrir sus extraordinarios cuadros cargados de energía, vitalidad, colores destellantes y talento.

Este pintor de Art Pop, podría presentarse con su inigualable tarjeta de visita en la que figura su larga treintena de medallas olímpicas, europeas y mundiales en piragüismo. Sin embargo, parece como si quisiera hacer borrón y cuenta nueva y emerger como ese artista realmente moderno que es.

La temática de sus obras se remonta a los años dorados de nuestra infancia, cuando veíamos al simpar Correcaminos, a Mazinger o a Silvestre; pero también descubrimos a personajes mucho más recientes como los Simpson. Entre otros iconos irrepetibles hallamos al único Freddie Mercury o la enigmática Gioconda. Todo ello sobre un fondo recargado como ese barroco que todos tenemos en mente, lo cual hace que, después de admirar al personaje central, recorramos la vista por los innumerables recovecos de sus mensajes y sus colores. Todo esto te reconforta y te carga de energía positiva, ya que es un estallido de alegría y optimismo.

Sus obras encajan poderosamente en todos los ambientes, especialmente en aquellos espacios modernos y minimalistas con fondos en blanco. Pero también combina curiosamente con estéticas clásicas y podremos ubicarlos no solo en nuestros hogares, sino también en pubs, restaurantes, hoteles, colegios, despachos u oficinas. Todas sus obras generan en nosotros una actitud positiva y entusiasta que eclipsa esa catarata de problemas que muchas veces la vida misma produce.

Dicho lo anterior, su obra se podrá contemplar a partir del 30 de junio en el Corte Inglés de Málaga. Si desea invertir en  Art Pop del bueno  o simplemente necesita recargarse de energía, la cita es ineludible.

JLRaya



https://www.laopiniondemalaga.es/opinion/2022/11/01/redescubriendo-pop-art-77981266.html


RESDESCUBRIENDO EL POP ART

by José  Luis Raya

Hay inolvidables momentos en la vida que se quedan grabados en la retina, como aquella mañana en que se abrieron las puertas de un conocido hotel de Torremolinos, allí me topé de bruces con las numerosas obras expuestas de Javier Melús. A los amantes del Arte no  les puede pasar desapercibido ese chorro de color, intensidad y vigor que desprende sus variopintas creaciones. Todas ellas herederas del Pop Art. El genial artista, como si hubiera sido tocado por una varita mágica, ha recuperado un estilo que parecía haberse agotado en la década de los ochenta. Nadie puede quedar indiferente ante esos rojos, tonos azulados y anaranjados, amarillos, rosas, blancos y negros: es una explosión de optimismo y alegría. Algo tan necesario en estos tiempos inciertos y pesarosos que nos ha tocado vivir, siempre al borde del cataclismo o del miedo.

El Pop Art se inició a finales de los años 50 en Inglaterra. Muchos recordarán aquella imagen rompedora de título imposible: “Y qué es lo que hace a los hogares de hoy tan diferentes…” de Richard Hamilton. Ese culturista —Mister los Ángeles— posando en medio de un increíble y surrealista salón, junto a una excéntrica joven modelo, rodeados a su vez de numerosos objetos reconocibles y simbólicos; nos advierten de los peligros del consumismo desaforado de aquella América instaurada en el todopoderoso dólar. Curiosamente, todo lo que el género criticaba, le sirvió de base indiscutible para seguir generando magníficas obras de arte. Todos recordamos igualmente las icónicas y memorables creaciones de Andy Warhol: Marilyn o las latas de sopa Campbell. Warhol, además, venía del mundo de la publicidad, por lo que aquella crítica inicial de Hamilton fue reconvertida en otro concepto. Incluso, llegó a dirigir varios filmes. Tendremos que avanzar más de una década para ensimismarnos en el 72 con aquel cuadro de David Hockey “Pool with two figures”. La primera vez que lo vi (quizás en el MoMA) quedé fascinado por ese expresionismo surrealista y ese mensaje arcano que no supe descifrar. No en vano llegó a pagarse una millonada por esa obra, lo máximo alcanzado en su momento por un artista vivo. Sin embargo, las confluencias más evidentes de Melús, creo que se hallan en el propio WarholBasquiat y, sobre todo, Roy Liechtenstein.

Pues bien, la fascinación volvió a fecundar mi mente al apreciar las explosivas creaciones de Melús. Esa algarabía de colores entraña una maestría y un equilibrio admirables, seguramente herederos de su propio brío y de su  proporcionalidad, acunados en su mismo carácter, lo cual forjó una treintena de medallas nacionales e internacionales practicando otra de sus pasiones: el piragüismo. Unos treinta metales atesora, encumbrando a España en el podio de las competiciones mundiales. Pienso que toda su vida ha estado dirigida hacia esta etapa cargada de vigor, vitalismo, dinamismo y equilibrio al mismo tiempo. Su atlético pasado y su carácter templado han enervado toda su obra, potente y fibrada como el mismo artista.

No hay duda del evidente talento de Javier Melús. Nos ha llegado una bocanada de aire fresco que nos endulza esta vida tan insegura y voluble que nos ha tocado vivir. Transmiten optimismo y alegría todos los iconos, que son perfectamente reconocibles por cualquiera: Popeye, Mazinger, La Gioconda, Mickey Mouse, Tintín, La Pantera Rosa… Las influencias del cómic y de la publicidad son los ejes que vertebran al Art Pop y en esto JM es un purista. No traiciona, en absoluto, las bases de la corriente artística, lo cual, auguro, que encumbrará al genial pintor al podio de los representantes españoles en este género. Volverá a otorgarnos muchas medallas de oro. Se lo va currando a golpes de remo. Sería justo que fuese subiendo como la espuma y no lo recordásemos póstumamente, como a aquel pintor postimpresionista que se cortó su propia oreja. 

 

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