Dejarse de hablar


 

Dejarse de hablar


Se trata de una de las actitudes más curiosas de las que podría hablar o reflexionar. Sin duda, se considera como una postura inmadura que culmina en la adolescencia y que es verdaderamente sintomática de mentes poco dadas a la empatía, la cordura y la sensatez. Lo más sorprendente es que se prolongue hasta la madurez o la vejez: pareciera más bien un sello personal con el que se nace. Efectivamente, hay personas con un alto concepto de la autocrítica y suelen dar el primer paso: pedir perdón aclarando el desaguisado. Saltándose los típicos escollos de la soberbia y el desbordante amor propio. En ocasiones, el primero en pedir perdón es el que entra en una dulce liberación y equilibrio, en tanto el otro, cuya arrogancia es altamente venenosa, considera que su contrincante se ha rebajado, ha reconocido el error y por consiguiente el vanidoso ha ganado la batalla: su supuesta batalla. Me gustaría entrar en esa mente, vanidosa y egocéntrica, donde el mundo ha de girar permanentemente a su alrededor.

Antaño, en los oscuros pueblos de la Andalucía profunda, por ejemplo, familias enteras dejaban de hablarse por problemas con las lindes, el ganado, la casa o la herencia; bueno, no tan antiguamente, el ser humano sigue cometiendo las mismas torpezas y padece las mismas taras. Dejarse de hablar era y es la solución más fácil y recurrente; y, seguramente, también la más cobarde, ya que no soluciona nada y enquista el problema. Lo más asombroso de toda esta maquiavélica maraña es que, en ocasiones, no existe tal problema, sino que todo se ha cimentado sobre un absurdo malentendido que ha ido engordando como un viscoso trol. Este caso me lleva a pensar que una de las partes escondía cierto resquemor que fue alimentado vergonzosamente, quizás por envidia o insatisfacción personal, hasta transformarse en eso que se denomina odio. Por lo que el rencor subyacente se pasea inalterable por la mente delirante del soberbio.

He de puntualizar que, ese que retira la palabra o el saludo, oculta algo que es muy difícil de sostener o defender, ya que la incoherencia cae por su propio peso. Esa persona es incapaz de sentarse y aclarar las cosas porque no sabe cómo hacerlo, sobre todo si el otro dialécticamente le puede tumbar toda su pringosa e insostenible argumentación.

Para ellos es mejor dejar de hablar, ya que la soberbia les impide aclarar esa menudencia o ese malentendido que les revuelve las tripas. Entre tanto, van mascando ese rencor que es como un veneno letárgico, lúgubre y lisérgico al mismo tiempo.


Comentarios

  1. Juan Carlos Carcel23 de abril de 2025, 11:04

    Eso suele ocurrir en las mejores familias. Hay gente muy prepotente que no da su brazo a torcer. Y siempre tiene contestación a todo y ellos no sé equivocan nunca.

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  2. Ocurre en todas partes. En mi opinión y experiencia NO va por territorio. Puede ir acompañado de algún tipo de complejo o de trastorno mental. Y puede llegar a destrozar a personas y familias enteras

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    1. Las columnas de opinión te limitan a 400 palabras y no puedo analizar la casuística de todas las formas de "dejarse de hablar". Necesitaría entonces escribir un 📖 Hablo de lo que a mí me ocurre normalmente.

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  3. Visto como lo cuentas querido hermano minimizas las causas, y a veces éstas, si que son dolorosas y desmotivadoras para regresar al comienzo.
    Y no o es vanidad, es indolencia.

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    1. Como te dije, cada cual habla desde su experiencia.

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    2. Y luego está el que te coge como cabeza de turco y paga contigo todas sus frustraciones.

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  4. yo diferenciaría el "te dejo de hablar" en el ámbito de la familia, las relaciones afectivas, y lo mismo, pero en el terreno de la sociedad (vecindad, laboral...); en la segunda, igual es que "se me importa una mierda tenerte o no de amigo-vecino. amigo-compañero" y te dejo de hablar (no quiero decir no saludar, que la cortesía obliga); y si es por la primera, me resulta de un infanticilidad del "haztelo mirar".
    Pero como veo que es una aptitud muy frecuente incluso en el mundo de la pareja, creo que es social, hay una generación que no ha madurado adecuadamente o "te faltó un zapatillazo a tiempo".

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    1. Ciertamente existe el caso "te dejo de hablar xq eres un/a hdp ", pero trataré más adelante.

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  5. Aclarando ideas:
    Esto es una reflexión personal y general al mismo tiempo a partir de experiencias vividas. No hay nada personal contra nadie, ni me estoy refiriendo a nadie en concreto. Qué tremendo problema esto de la SUSPICACIA.

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