Fe de erratas
Supongo que, los que me siguen a lo largo de
mis artículos, querrán saber algo más del que suscribe, si bien por el
contenido y los enfoques deducirán someramente el sincretismo del que saco
pecho y que puede servir como tarjeta de presentación; algunas veces servirá
como un billete hacia la lapidación por no someterte a nada ni a nadie, o
curiosamente producirá algún atisbo de admiración por aquellos que callan o
silencian la evidencia. La irrupción de internet ha impelido el cainismo y la
polarización. Las tres www -que se
antepone en cualquier enlace- equivalen al 666 según la simbología de las
grafías hebraicas. Últimamente, nadie capta el sarcasmo o la ironía. Hay que
explicar una y otra vez lo evidente o el doble sentido. Nadie atiende a la
Verdad sino a su verdad.
Ideológicamente, la mayoría se posiciona
estrictamente en todos y cada uno de los dictámenes y tesis de sus partidos. Se
aprecia mucho más a un votante sumiso que a uno reflexivo. En cuanto lanzas un
mínimo de autocrítica, te fusilan. Es imposible salirse del camino marcado. No
se puede hablar al mismo tiempo del sadismo cruento de Hamás y del genocidio del gobierno israelí. Es imposible ser
creyente y defensor de los derechos LGTBI. No puedes subrayar la explotación de
muchos trabajadores en determinados sectores, ni aupar a los empresarios o
emprendedores que lo apuestan todo por sus negocios y el progreso. No puedes
ser de izquierdas y enfrentarte a la segregación de una parte de España y a sus
corruptos mandatarios porque hay un gurú que los favorece y mima, yendo en
contra del principio básico de igualdad de todos los ciudadanos. No se puede
ser de izquierdas y defender a ultranza la propiedad privada. Hay que dejar que
los okupas te amarguen la vida. Si cuestionas determinados valores
tradicionales, por su atraso y atemporalidad, puedes ser un rojo malvado. Si
sugieres que haya más presencia policial y seguridad en las calles te pueden
tildar de facha. Si atacas al machismo rancio, ya eres un feminista radical. Si
consideras que la mujer es dueña de su cuerpo, le estás señalando el camino de
la prostitución. Si no te gusta el sufrimiento gratuito del toro en el ruedo,
ya tienes otra etiqueta. Si estás totalmente a favor de las energías limpias,
ya sabes lo que te espera. Es imposible proteger al menor y al mismo tiempo
ignorar la tiranía a la que son sometidos algunos maestros, padres o madres por
parte de algunos diablillos.
El sentido común y la libertad de opinión: Ubi
sunt? Algunos te empujan al otro lado. La autocrítica a menudo sirve para que
el otro considere que te has cambiado de bando. No suelo argumentar con el
pueril “y tú más”. Normalmente critico al presidente del momento en aquello que se pueda mejorar: no casarse con nadie, ni ser abducido o convertirse en palmero es fundamental para desarrollar el espíritu crítico al que todo ser humano debe aspirar. No soy de los que comulgan con ruedas de molino, aunque cambiar de
opinión puede ser saludable; pero no de la noche a la mañana: ahí se pueden
esconder espurios objetivos, como ya hemos visto.
Tampoco argumento la corrupción y el nepotismo
de mi gobierno, mostrando en primer lugar la del vecino o la del que está en la
oposición: es como si la justificara de alguna manera. Lo que sí veo es que no
ha habido un entendimiento entre los dos partidos mayoritarios para que seamos
controlados finalmente por grupos anticonstitucionalistas, independentistas o
de oscuro pasado en materias de los DDHH. Cada vez llevo peor las
contradicciones ideológicas y el progresivo deterioro que observo en el
socialismo que antaño votaba. El aforamiento es el escudo protector del
sinvergüenza y del corrupto que se pasea tan alegremente por la diestra y la
siniestra. Incluso en cargos eméritos.
Por un lado, saco pecho por el maravilloso
país donde vivo, cargado de una riqueza histórica y monumental incomparable.
Saco pecho por ese estado del bienestar al que hemos llegado, pero aún quedan
muchas cosas por mejorar y por abarcar. Por otro lado, me avergüenza este país
de jarana y pandereta que vive en constante crispación, donde todo vale, donde
las normas o leyes en muchos casos están de adorno y que mira hacia otro lado
si la corrupción se instaura en el partido al que votas. Opinar no significa imponer
tu criterio, sino saber escuchar y considerar la posibilidad de que puedas
estar equivocado. Eso se llama respeto.
En muchos hogares las Nochebuenas se
convierten en verdaderos campos de batalla nutridos por los licores, vinos y
cervezas. A menudo, se discute solo para llevar razón y todos los temas
anteriores se convierten en peligrosa pólvora que puede prender cualquier
comentario y estallar todo en mil pedazos. Si observas un poco, te darás cuenta
de que cada cual lleva su parte de razón y que a veces discuten compartiendo el
mismo punto de vista. Esto último también es muy español.



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