La habitación de abajo by JlRaya
Nos hallábamos cinco progres, cinco,
en la sala 5 del Miramar de Fuengirola, una de ellas me miró con cara
reprobatoria de progre por portar un ampuloso cartón de palomitas (¡pero es que
no lo puedo evitar, tía!); la misma que encendía el móvil y lo apagaba durante
la proyección para chatear. No soporto a los progres que van dando lecciones de
moralidad y luego revientan por algún lado. No estoy hablando de Errejón. Ya
tiene lo suyo, porque a los fachas parece que todo esto se les presupone. Ya me
estoy desviando de la cuestión.
Iba con la idea de ver la película con
las garras afiladas, a lo Carlos Boyero, en plan díscolo; sobre todo después
del revés que me dio la secretaria de El Anhelo S.A. con sus humillaciones
varias incluidas. Nada que ver con la secretaria de Mocedades. Pero no. La
cinta en cuestión me fue conquistando desde los primeros fotogramas. Esos
encuadres perfectos, esa sutileza, esos diálogos, que bien podrían trasladarse
a una obra de teatro (lo mismo ya se está escenificando y no lo sé); esa manera
a lo Woody Allen de afrontar el ritmo y el tempo. Me estaba encontrando con un
Almodóvar más maduro.Nunca lo será del todo. Había dejado atrás sus típicas
gracias que rompían el clímax que había conseguido. Esta vez, en algún momento
lograba un sutil y finísimo sentido del humor, propio de alguien que se ha
codeado con la inteligencia conceptual y ha aprendido a respetar un género.
Parecía que todo encajaba, y no como en “Madre paralelas”, que estaba todo
metido como con calzador hasta chirriar, como cuando escribía en la pizarra y
las uñas raspaban el encerado rechinando. Ya tengo preparada la novela para
comprobar si el final es tan diferente como comenta la autora Sigrid Nunez,
“Cuál es su tormento”, Ed. Anagrama.
En la película todos los temas
transversales fluyen con naturalidad y encajan de alguna manera en el contexto
y la situación. Verla y escucharla en versión original es una forma más culta,
si cabe, de disfrutarla. Lo digo así como suena. Me fascinó la comedida
interpretación de Martha (Tilda) y sobre todo el timbre de su voz. Me
preguntaba por qué no le dio una oportunidad a la desaparecida Bimba Bosé.
Tenía también un aspecto andrógino fascinante.
Sin duda, encantará a toda la
progresía americana, desde luego está hecha con tiralíneas y compás. Yo también
comparto todos esos ideales, sin contradicciones. Lo que no se puede llegar a
realizar es algo tan panfletario como “las madres”. Por cierto, considero que
Garci le hubiera dado mucha más emotividad y, sobre todo, el director de
“Camino”, Javier Fesser, la hubiera bordado. Creo que es una de las películas
españolas que más me ha fascinado y emocionado. Eso sí que es tocar y manosear
las entrañas de un tema. ¡Bravo Fesser!
Tampoco sé hasta qué punto mantiene su
sello personal, ya que es un epítome de alusiones e influencias: Allen, Huston,
Cukor o Sirk.
Ya sabemos que no cae en el histrionismo,
ni en la lágrima fácil, si no que desarrolla una suerte de emoción contenida o
comedida consternación. Parece que de un tiempo a esta parte la lágrima fácil
se reprueba, pero considero que es mucho más difícil; por ello casi ningún director
se mete en esos berenjenales. Tiran por el camino más sencillo.
Hay que destacar ese juego de “me
muero, ahora sigo viva”, ya que preparaba a la amiga para el momento
definitivo. También las alusiones artísticas y culturales. Quien haya visto en
algún momento “Dublineses”, disfrutará y entenderá mucho más el mensaje. Me
imagino que el manchego solo habrá visto la película de John Huston y habrá
obviado a Joyce. Me enervó profundamente el momento en que Ingrid (Julianne
Moore) alude a un conocido pintor que mi oxidada memoria me impide recordar al
manifestar que pretende escribir una novela biográfica sobre su vida. Algo que
intenté explicar al Dóberman por teléfono y por correo electrónico. La señora
me dejaba como el culo, como ignorante y petardo. Por ello, y mucho más, he
cambiado ciertos términos como puede comprobarse. No hay nada más desalentador
que hablar en latín con alguien que no domina ni el castellano. ¡Y Sandra
Almodóvar criando malvas!
Así pues, todo resulta coherente en su
factura, pero emocionalmente plana, a pesar de la desolada mirada de Tilda.
Nunca he sido tan frígido como Boyero, pero voy por ese camino. Nuevamente, el
hombre o el actor, John Turturro, queda al margen de la trama por mucho que se
empeñe en implicarlo.
El minúsculo adelanto (spoiler) del
encabezamiento se comprenderá cuando acudan al cine. Es en definitiva una
película para triunfar, como esas canciones de Suecia que siempre quedan las
primeras o ganan Eurovisión. Le lloverán montones de nominaciones y premios.
Vencerá pero no convencerá. Yo también ya estoy preparado para que mis
camaradas progres inicien la lapidación.


jajaja... Peponsho, eres demasiado subjetivo y te dejas arrastrar por la inquina que le has pillao al "Conglomerado Almodóvar S.A."... escribes desde el dolor... pero al final te ha conquistado la película. 🫶❤️🫶
ResponderEliminar