Jugar con fuego DIARIO SUR
Jugar con fuego
Jugar con fuego
José Luis Raya
Parece que los demócratas y europeístas hemos respirado con los resultados finales de las elecciones en Francia. Esto resultaba de vital importancia para el futuro de nuestro proyecto, aspiraciones y la consolidación de la Liberté, Égalité & Fraternité.
Siempre me he liado un poco con eso de las vueltas en unas elecciones. Algunos los tenían de corbata al presenciar la imagen de Marine Le Pen como posible presidenta de Le-La France. La imagen de Francia siempre ha sido un determinante histórico en Europa. De hecho, la Revolución Francesa marcó un nuevo rumbo no solo para Europa sino también para EEUU y el resto del mundo. También los Laboristas en UK han sido los claros ganadores del abanico sociopolítico, pero no olvidemos que podrían equivaler a la vertiente de un PP moderado.
Hay un acercamiento y una victimización permanente de las llamadas ultra-derechas. En Europa se perciben las sonrisas entre dirigentes imposibles como Erdogan, Putin, Orbán, Abascal o Le Pen. Como si fuesen primos hermanos y se llevaran estupendamente. Todos estos coqueteos me parecen realmente inquietantes porque desconozco lo que se puede gestar para el devenir del mundo. No lo veo claro. Sobre todo si ya está preparado el histriónico Trump y su política inspirada en Los Simpson. Los asaltos a los parlamentos se van a poner de moda. Hablando de histriones, no olvidemos al gran Milei, que puede ser la estrella invitada que toda película ávida de emociones fuertes necesita. Me estaba dejando en el tintero a King Jong-un, que puede ofrecernos un giro de guion descomunal, con esa adicción suya a los proyectiles y a los botones nucleares. Lo que no podemos permitirnos es enojar al gran Xi Jinping: ese gigante asiático que preludió Napoleón. Este señor me parece sospechosamente tranquilo y seguro de sí mismo. Miedo me da igualmente. ¡Líbrame de las aguas mansas! Y líbrame de esos señores tan maduros que pueden arruinar a un país inmensamente rico.
Y después de la euforia llegó la tormenta. París se conmovía por los altercados. Menuda celebración. Un montón de heridos y detenidos. Todo ello enturbia lo conseguido y da alas al otro bando. “De todos los escenarios posibles se ha elegido el peor”, decían los otros.
En cuanto entro en el terreno de los interrogantes y sugiero un poco de autocrítica me tildan de todo, también de facha. ¿Nadie es capaz de imaginar por qué se ha ganado “in extremis”? ¿Nadie es capaz de pensar que la próxima vez pueden arrasar? ¿Nadie es capaz de especular que seguramente no lo estamos haciendo tan bien? ¿Nadie es capaz de desmembrar las incongruencias que la izquierda ha ido sembrando y que han dado alas a las extrema derecha? ¿Nadie recuerda la historia cuando Robespierre impuso su reinado del terror? Él irrumpió como una especie de ángel libertador y se convirtió en un ángel exterminador. Nunca sabemos por dónde va saltar la libre. A veces, los que nos engatusan cual hábiles prestidigitadores, se destapan cuando menos te lo esperas y se transforman en deleznables políticos, ávidos de poder que son capaces de vender su alma al diablo por mantenerse en el ídem. La historia nos ha dado muchas lecciones al respecto. Incluso el inventor de la guillotina fue víctima de su propio invento, que llevaba su propio nombre: Joseph Ignace Guillotin. Allí se ejecutó hasta el apuntador. Cuando uno se radicaliza, su propio radicalismo se vuelve contra él. Lo vengo avisando día tras día. Acordaos del golpe de estado brumario napoleónico. Anteriormente, Robespierre cometió el suyo propio cuyos altos ideales y reformas sociales podrían ser el antecedente preclaro de las políticas sociales actuales; sin embargo, se radicalizó y llegó a ajusticiar a más de 1500 personas solo en París. Él mismo sufrió la misma pena y se puso fin a su imperio del terror. Y la gente se echó en brazos de Napoleón.
Y Napoleón se proclamó emperador. E impuso su propia tiranía. La gente prefirió la seguridad al miedo.
Podríamos sustituir a Robespierre y a Napoleón -jugando a las sinécdoques o metonimias- por Le pen, Putin, Erdogan, Trump, Netanyahu u Orbán.
Aludiría a la archiconocida sentencia de Abraham Lincoln, pero de tanto repetirla está perdiendo su sentido.
Lo que es indudable es que quien juega con fuego…
jlRaya


Comentarios
Publicar un comentario