ESPERPENTO en DIARIO SUR

 

 


Esperpento


Un espeluznante asesinato nos sorprendía desde Tailandia y nuestras vacaciones se tiñeron un poco de rojo y negro. La palabra “presunto” parece una ironía cuando ha confesado y todas las pruebas e indicios lo señalan. Es lógico que la familia luche para que la pena sea más laxa, aunque si se librara de la pena de muerte, impuesta en aquel exótico país, podría resultar una buena noticia dentro de la gravedad. Defender la inocencia de ese joven debe de ser una quimera. Parece que, a veces, la verdad deslumbra por su evidencia.

No ocurre así en otras cuestiones, cuando la verdad se muestra en toda su gama de grises y tonalidades, atendiendo a ese famoso prisma o cristal que, más que aclarar, en ocasiones desvirtúa.

Más adelante, la selección femenina de fútbol alzó la copa del mundial, cuya alegría y satisfacción fueron eclipsadas por un beso. Todos estaban de acuerdo en que aquello fue, cuando menos, indecoroso y grosero. Puede que pasara desapercibido para la gran mayoría de los espectadores y jugadoras, debido al estallido mismo del alborozo del triunfo. Según la posición política de cada cual es más grave lo de palparse los genitales ante la reina que lo del pico no consentido. Ya estamos de nuevo ante la confusa gama y la politización de todo. A continuación, alguien, desde la prensa o la televisión, apuntó la gravedad de lo ocurrido. Incluso, la Sexta se reía del espontáneo gesto. Así pues, de alguna manera, se lanzó la primera piedra y a continuación la lapidación general. Esa primera piedra seguramente provenga de algún gerifalte. En otros medios he expresado que deberíamos manifestar nuestra propia opinión, sin intermediarios y alejada del pensamiento colectivo, que siempre alecciona y dirige. Las mismas jugadoras no eran conscientes de la gravedad del asunto hasta que alguien les abrió los ojos (o las presionó). Dicho esto, es aquí cuando se inicia la comedia grotesca. En lugar de dejar que actúe la justicia en este vergonzoso asunto, el plagiador de Torrente implica a sus hijas en su patética defensa, tan chabacana como mezquina; a continuación, sus acólitos en pie aplaudiendo la vejación y su madre enclaustrada, haciendo una huelga de hambre de dos días. Y el resto del mundo carcajeándose del macho ibérico. Se ha recorrido un arduo camino para que esas actitudes ya no se aplaudan y se condenen, pero de ahí a compararlas con agresión sexual hay un trecho. Es posible que la denuncia presentada por la víctima se transforme en pena de cárcel. Y han ido rodando cabezas a continuación, dimisiones y renovaciones. Es posible que el embrión de la Federación expela un ligero tufo a machismo rancio.

La cultura de la cancelación muestra su despótico señalamiento cuando alguien opina o matiza cualquier postura inmersa en la ortodoxia más radical. Todo se politiza y uno ha de estar posicionado inapelablemente en el partido que vota. Lo curioso de esto es que los votantes defienden a uñas y dientes la postura de sus líderes políticos como las quinceañeras de antaño a sus ídolos de la canción. Actúan como esos políticos que viven y comen de la política. No deja de ser absurdo o, al menos, sorprendente. Y reverberan, cual ventrílocuos inertes, los ecos vacuos de sus palabras. Preferimos ser esclavos de nuestros volubles profetas antes que seguir encadenados a nuestra ideología.

Callar y no opinar ante la evidente infamia no deja de ser otra manifestación más de esa tirana cultura de la cancelación. El esperpento sigue enroscándose de mil maneras salomónicas cuando una dirigente aparece toda ella feliz y contundente junto a la siniestra bandera del aguilucho. Cuando esta ridícula película parece que ha llegado a su fin, el verano, que no se despide del todo, nos sorprende con una escena tan inaudita como estúpida.

En ella se aprecia a la Vicepresidenta sonriendo, igual que una colegiala en su fiesta de cumpleaños, ante un prófugo de la justicia para suplicarle apoyo. El esperpento se retuerce hasta lo indecible porque uno percibe que se acerca una grotesca distopía en la que otro sinvergüenza desertor puede condicionar el futuro de casi cincuenta millones de ciudadanos. Europa nos mira con perplejidad cuando se reclamaba al fugitivo para juzgarlo y condenarlo, y ahora acudimos para lamerle el culo. La mayoría de mi entorno —y compañeros de voto— calla y mira hacia otro lado. Si disientes eres señalado, como al niño que se le hace bullying, y te apartan del grupo, esto es,  la conocida “cultura de la cancelación”. No hay nada más satisfactorio que expresarse libremente, sin atender a lo que tus líderes te encomienden, ni tus gregarios compañeros. Es verdad que ser una oveja negra tenga su precio, pero seguramente sea un precio decente.

Mientras tanto, el verano nos muestra sus últimos estertores entre sarcasmos, esperpentos y asuntos turbios y casposos. Esta grotesca España en la que estamos desembocando haría las delicias de Valle-Inclán, Buñuel, Solana o Berlanga. Me consuela pensar que nos gobiernan realmente desde Bruselas y que este irrisorio desgobierno se reconduzca de una vez por el camino correcto de la social democracia y la cordura.

https://www.diariosur.es/opinion/esperpento-20230918000100-nt.html

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