DIRECTORES


https://www.diariosur.es/opinion/directores-20220103000233-ntvo.html

Para realizar una obra maestra de cine, por ejemplo, es necesario que el complejo engranaje que se pone en marcha para realizar una gran película sea dirigido meticulosamente por el/la cabeza visible de la producción cinematográfica, esto es, el director. Se dice que Stanley Kubrick revisaba todas y cada una de las partes de ese asombroso engranaje: fotografía, sonido, efectos, dirección artística, montaje, guion…, si bien la parte visible de un film son realmente los actores. Evidentemente, exprimía a sus actores y actrices consiguiendo de ellos lo mejor, hasta lograr esas increíbles interpretaciones que confeccionaban esa retahíla de obras maestras, que ahora no es el momento de ir puntuando, ni puntualizando.

Los grandes directores de orquesta, desde Herbert von Karajan, hasta Leonard Bernstein o Carlo Maria Giulini, por citar algunos de los más conocidos, conocen a la perfección lo que es dirigir una orquesta con todos los innumerables instrumentos que la integran, cuya conjunción/conjugación magistral y armónica solo se consigue si se controla todos y cada uno de sus instrumentos: cuerdas, vientos, metales y percusión. Siendo dirigidos, sin perder una décima de segundo, todos los grupos que componen una orquesta sinfónica: violines, violas, clarinetes, oboes, trompetas, timbales o platillos y muchos más. Tiempo, armonía, afinación y entradas serían las claves de una buena dirección.




Un director de una empresa debería extraer de sus trabajadores el máximo rendimiento sin dañar la parte humana. Me explico, en el 2015 se editó uno de mis artículos titulado “El buen trabajador”, cuya tesis consistía en defender la idea de que un trabajador rinde mucho más si se encuentra satisfecho y feliz en su puesto de trabajo. Enlazando con lo anteriormente expuesto, podremos considerar que una buena película o una excelsa dirección de orquesta residen en la complementación y la integración de todos sus componentes. Me imagino que todos estaremos de acuerdo en este punto.




Si proseguimos con esta idea y la enfocamos en la dirección de un centro de enseñanza podremos inferir los mismos argumentos; sin embargo existen otros organismos –en ocasiones muy distanciados de la esfera de la docencia- que dejan a muchos directores atados de pies y manos para poder dirigir precisamente con libertad y amoldarse a las particularidades que cada centro requiere. En este orden de cosas y, tratando de enlazar con los argumentos anteriores, para que nos hallemos ante una obra maestra, esto es, un excelente centro educativo, obviando tanto los escollos anteriormente citados como los que viven alejados de la problemática actual -incluyendo los propios libros de texto en muchos casos-, un regente deberá considerar, atrapar, calibrar y controlar todos los ingredientes o componentes de un centro educativo, que son muchos y muy complejos. Si dejamos a un lado el monstruo improductivo en que a veces se convierte la burocracia, el buen director debe saber tocar “todos los palos” y conocer a todo el personal docente y no docente que integran la gran familia en que se puede convertir un centro de enseñanza, colegio o instituto. Cuando esto sucede es porque, como el director de cine, de orquesta o de una empresa cualquiera, ha sabido aunar y conseguir que los actores, músicos, docentes y/o trabajadores hayan estado a gusto y satisfechos con su trabajo; el del centro educativo ha conocido a sus alumnos y ha velado por la sana convivencia en todos los escalafones, a pesar de los obstáculos, a veces en forma de alumnos disruptivos, padres poco colaboradores -problemáticos incluso-, o atropellos burocráticos varios y absurdos, procedentes de no sé qué alta instancia, camuflada baja el ala oculta de algún ministerio o comisión.

Es por lo que quisiera concluir con que se reconsidere la compleja labor de un director de un centro educativo y que se tenga en cuenta a todos aquellos directores-as que, año tras año, han estado ahí al pie del cañón, incluso días festivos, intentando sacar adelante un centro de enseñanza tan complejo como los que integran ESO y FP, que suelen ser los más laboriosos, o a todos aquellos que, por su ubicación, contexto social o ingente número de alumnos, donde todo se halla masificado, la problemática y los quebraderos de cabeza son constantes. Hay que agradecer, me reitero, a todos aquellos directores que empatizan plenamente con el profesorado y sus tutores-as y priorizan los intereses de todos estos porque, en definitiva, son los que sacan adelante (a) un centro educativo: los obreros de la enseñanza.

 


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