Tres microrrelatos sobre la aborrecible Pandemia

 





Relatos seleccionados- final concurso- Diario SUR



Absurdo manuscrito 

 

Nadie pudo evitar el suicidio de Robert Grey aquella tarde cenicienta del otoño de 1905. No pudo soportar por enésima vez que su novela fuese rechazada. La tildaron de absurda e inverosímil. Los editores se mofaron y lo despreciaron cruelmente. Ya se sabe que los escritores suelen ser muy vulnerables y desequilibrados.

Aquella novela proscrita se desarrollaba en el lejano y distópico año 2020. La sociedad del mundo entero se había confinado durante meses sin salir de casa. Todas las personas tenían que llevar mascarillas para evitar un virus letal que viajaba por el aire y debían lavarse constantemente las manos con agua y jabón. Afectaba a los ancianos principalmente. También había personas que contagiaban la extraña enfermedad sin presentar síntomas. Incluso, aparecieron grupúsculos por doquier que negaban las luctuosas evidencias.  

A su entierro no acudió nadie, fue sepultado con su absurdo manuscrito y olvidado para siempre.

 

 

Alonso Quijano

Puedes recrearte en la extraña belleza de lo decadente, en el paroxismo cautivador de lo viejo, lo antiguo o lo añejo, en el enfermizo ensimismamiento que produce el abandono o en las ruinas de un pasado quizá glorioso. Pero no te muestres indiferente ante la necesidad inminente de reordenar lo caótico o recomponer lo derruido. Tampoco mires hacia otro lado si los escombros  del olvido se muestran incólumes ante tus ojos impávidos, ni esboces quizás una sonrisa indolente cuando la Sanidad o la Educación Públicas te digan que van sobre ruedas. Seguramente no distingas la realidad y no aprecies lo que fue o ha sido con lo que pueda ser o será. Tú decides, pero no me hagas comulgar con ruedas de molino, para ello ya disponemos del sempiterno Alonso Quijano al que se le podía engañar sin miramientos.

 

Fiesta eterna 

 

Tras las revueltas producidas por el cierre del ocio nocturno para poder controlar definitivamente la Pandemia, el Sindicato de Nueva Juventud por la Libertad ha firmado un convenio con diferentes asociaciones nacionales e internacionales. El Tratado hace un llamamiento a todos los jóvenes de 17 a 39 años que no estén dispuestos a sacrificar sus noches de diversión y alcohol para que cuatro viejos carcamales puedan disfrutar sus últimos años de vida en paz y con tranquilidad. 

Todos ellos serán recluidos en diferentes islas de los cinco continentes donde dispondrán de todo tipo de bebidas alcohólicas, tabaco y cocaína. Cada viernes, gigantescos aviones de mercancías dejarán caer en las islas los víveres necesarios para sobrevivir y, sobre todo, el maná etílico. Prestigiosos pinchadiscos se encargarán de que la estruendosa música no pare. 

Estos representantes firmaron sin leer la letra pequeña: deberán permanecer allí veinte años. Veinte años de fiesta eterna. 

 









José Luis Raya Pérez

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