Cerrado panorama literario I
El arte de helarte
by José Luis Raya Pérez
Es mejor realizar una tarea artística por
afición o hobby. Como intentes un
reconocimiento, un espaldarazo, una edición, una galería o un estudio para
grabar un buen disco la llevas clara. O
tienes un magnífico contacto o no hay nada que hacer, a no ser que estés
llamando a la puerta las veinticuatro horas, o que te mueras de un infarto, o
mejor te suicides arrojándote al vacío, envenenándote o cortándote las venas en
la bañera, siempre es un añadido romántico que la gente babea y morbosea por
manosearlo y saber qué ocurrió, entonces ya puedes subir algún peldaño porque
algún mecenas ya se ha fijado en ti, ya que te has podido convertir en carnaza,
aunque sea putrefacta y carcomida por los gusanos. Y te habrán apartado lejos
del camposanto donde entierran a los suicidas. Ya te habrás convertido en un
autor maldito. Algún crítico desvelará los entresijos y secretos de tu vida
privada, los exagerará y desvirtuará, te hará más canalla o promiscuo o borracho
de lo que fuiste y, probablemente en unos años, o te habrás convertido en un
genio o, como mínimo, en un autor de culto o maldito.
Van Gogh en vida fue absolutamente denostado,
un aclamado crítico de la época llegó a escribir que su pintura no había que tomarla
en serio. Murió prematuramente a los treinta y siete años – se ha especulado
sobre su suicidio disparándose o que el arma se le accionó accidentalmente - ,
en ambos casos hay morbo en su forma de morir y en su juventud y en su vida
agitada y trastornada, y en su famosa oreja. Ahora su obra se vende por
millones de dólares.
Como él hay centeneras de casos, quizás
miles. Autores que no han sido confirmados y que tras su muerte se han revalorizado
o valorado.
Actualmente nadie te abre una puerta para tomarte
en serio, a no ser que llame a la misma un aclamado artista que haga de enlace.
Los editores apuestan sobre seguro y prefieren a los ya consagrados o a los que
son conocidos, aunque lo que presenten sea un auténtico bodrio. Así no se puede
saber cómo es la verdadera trayectoria artística de una sociedad. John K. Toole
, el autor de La conjura de los necios, se
suicidó sin ver su obra editada, su madre encontró el manuscrito y se lo
entregó, tras mucho insistirle, a Walker Percy. A regañadientes la leyó. La
novela recibió el premio Pulitzer y ya es un clásico de la literatura universal.
Otra madre coraje, la de Eloy Moreno, el autor de la estupenda El bolígrafo de gel verde ha ido
aporreando las puertas de las editoriales para que la obra sea leída, al menos.
Ruiz Zafón, un auténtico best-seller, hubo de mandar miles y miles de
manuscritos a las editoriales antes de que una lo tomara en serio. Y es que así
no se puede funcionar verdaderamente. Todas las editoriales están saturadas y
nadie lee nada de nada hasta el 2040, eso dicen. Hay dos opciones como ya he
apuntado: Que te apadrine Vargas Llosa, o como mínimo Almudena Grandes, lo cual
es harto improbable o llamar a la puerta mañana, tarde y noche, sin descanso,
ya se sabe que el que no llora no mama.
Hay otra posibilidad: quemarte a lo bonzo en la puerta de la editorial y mandar
una carta a Tele 5. Con mucho recelo guardo mi Antología de poetas suicidas: Chatterton, Kleist, Storni, Plath,
Salvia, Celan, Pavese,Lugones, Maiakovski… por citar sólo algunos.
Amigos, compañeros y conocidos me aseguran
que han dejado a medias novelas de consagradísimos autores, la nómina podría
resultar inabarcable. Por su aburrimiento, por su pesadez, porque no la
entienden. Gente de todos los estratos que lee habitualmente. Novelas
infumables, se saltan párrafos, páginas enteras y cuando ya no pueden más por
el ahogo y el desprecio que les causa esa obra, leen el final con desidia, y
luego abandonan el libro en el trastero, lo regalan a su peor enemigo, o como
yo he hecho alguna vez, lo dejo olvidado en el ascensor a ver si lo lee el
vecino del quinto y se arroja por el balcón, que es insoportable, siempre
moviendo muebles y haciendo ruido.
Algún poeta que he conocido, sin demasiado
mérito, ha coqueteado con alguna diminuta editorial, pero antes ha tenido que
lamer mil y un culos. Qué asco.
Es cierto que la literatura también se hace
con avances experimentales, como el arte en general, y es necesario, que conste; pero a nadie le regalaría La colmena o Tiempo de silencio. Ni
tampoco los innumerables títulos que he tirado al cubo de la basura antes de
acabarlos, títulos que han sido refrendados por los críticos en general. Y es
que como el cabecilla lance la primera piedra todos van detrás.
Mi concepto de la literatura es lúdico casi
al cien por cien, no sacrifico nada por esto, excepto la solvencia lingüística.
Cuando escribí y autoedité El espejo de
Nostradamus buscaba que el lector disfrutara tanto con ella como yo al
escribirla, y son muchos los que la han leído del tirón. Gente que dejaba los libros a medias la han devorado de una
sentada, claro que es una novela corta. Estos mismos me dicen que a medias han
dejado muchos libros de J.Marías P.Reverte o del mismísimo Cela por ejemplo,
espero y deseo no alterar a nadie por ello. Yo también olvidé en el ascensor La cruz de San Andrés. Muchos críticos
se rasgan las vestiduras y defienden a capa y a espada a los consagrados, hagan
lo que hagan, escriban lo que escriban. Mire usted, lo grandes genios murieron
hace muchos siglos. Y un bodrio puede escribirlo cualquiera.
Casi cuatrocientos ejemplares, sin
distribuidora, sin promoción, sin editor. Al 90 % le ha gustado. Se han reído,
se han emocionado, se han sorprendido y se han indignado: Misión cumplida.
Ahora estoy escribiendo otra. Quiero seguir
entusiasmando a la gente y creando lectores. Y por supuesto que nadie la deje a
medias, para eso ya están los afamados que pueden permitírselo.
Un saludo


Yo disfruté mucho con la lectura del Espejo de Nostradamus, ya pronto podremos leer tu nueva novela...
ResponderEliminarYo disfruté mucho con la lectura del Espejo de Nostradamus, ya pronto podremos leer tu nueva novela...
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