INSPECCIONES
José Luis Raya Pérez
No podemos negar que una Inspección es tan
recomendable como necesaria en cualquier ámbito o sector. Es saludable y aporta un estupendo beneficio a la
sociedad. En algunas esferas ha llegado tarde, o incluso ni tan siquiera ha
llegado y por eso lo estamos padeciendo.
Sin duda, y el que lo dude es un necio, la
educación es la base indiscutible de nuestro desarrollo y bienestar social. Es
el presente y el futuro. Es la raíz del árbol social que nos espera, el que nos
cobije y nos ampare, el que nos proporcionará sombra y protección.
Algunos centros de educación son
inspeccionados para comprobar si hay una buena tierra, que se abona y se riega con dedicación para que
aflore un árbol sano y fuerte. Los docentes son los que se encargan de
cultivar, regar, podar, y, en muchos casos, remover la tierra, que llega áspera
y seca, para sembrar las semillitas y que puedan florecer. En ocasiones,
afortunadamente sólo en determinadas ocasiones, son los propios padres quienes
más obstaculizan y, otras, la sociedad en general. Esa sociedad que transmite
al niño tan sólo valores materialistas, violentos y consumistas: primeras
marcas de zapatillas, videojuegos carísimos o smartphones 4G que los papis pagan a plazos y con esfuerzo. Los
padres malacostumbran y maleducan a sus propios hijos e hijas cayendo en las
redes de sus caprichos y de sus chantajes. Otras veces, son los mismos
padres/madres los que pactan un simple aprobado para ceder. En muchas ocasiones,
el mínimo consiste en asistir a clase. Aunque allí te dediques a molestar,
gritar y entorpecer el derecho de los demás alumnos a aprender y desarrollarse.
Hay padres y madres que esperan que allí sean los profesores y maestros los que
cambien y motiven a su hijo o hija, que para eso nos pagan.
Tras todos estos inconvenientes – yo diría,
incluso, atropellos-, se encuentra la misma administración que nos lleva
toreando años – yo diría décadas- con innumerables cambios de sistemas: LOGSES.
LOES. LODES.LOMCES. Son los partidos políticos los que siempre pretenden
controlar y sanear la educación, porque saben que si controlan la Educación,
mantienen y controlan el poder. Son unos señores que desconocen absolutamente
la realidad actual y sólo les mueve sus ansias de poder y de narcisismo. Cambian
las nociones pedagógicas, la terminología didáctica y las nomenclaturas. De un
tiempo a esta parte se ha puesto de moda
“las competencias”, recientemente son acompañadas de subcompetencias e
indicadores, como si los alumnos fuesen números o robots programados para
absorber fríamente unos contenidos mareados por un torrente de programaciones,
curriculums, adaptaciones curriculares significativas y no-significativas,
objetivos, estrategias, unidades, temas transversales, diversificaciones, destrezas, procedimientos, criterios de evaluación,
actitudes, indicadores, metodologías etc. A la Inspección habría que añadirle
una Introspección, seguida de una Prospección y de una Retrospección.
Se pierde más tiempo en cómo enseñar que en
el enseñar mismo.
No pongo en duda las buenas intenciones de
todos estos aspectos pedagógicos, que caducarán cuando pase de largo el partido
en el poder, y luego se volverán a revisar y así sucesivamente hasta el
infinito. Se nos pone cara de póker cuando todo lo anterior no sirve de nada
porque los niños no atienden ya que, los más afortunados, están pensando en el
disfraz de Halloween. Otros, sencillamente, llevan la tristeza marcada en sus
rostros porque sus padres se han quedado sin trabajo, se van a separar o los
van a desahuciar. Se supone que debemos disponer de suficientes estrategias
para solventar todas esas situaciones. Lo mismo valemos para un roto que para
un descosío. Toda esa base pedagógica,
desarrollada en miles de folios, se difumina y se derrumba como un castillo de
arena, porque te estás enfrentando a un ser que no es un número de expediente
matriculado, sino que cada uno es de su padre y de su madre, hacinado en un
aula de treinta y pico criaturas.
Mientras tanto, el gobierno nos recorta el
sueldo y los presupuestos, nos aumenta el número de alumnos y las horas y nos
exige que eduquemos y enseñemos a través de las administraciones y las
inspecciones. Y nos someten tiránicamente a caprichosos cambios de pedagogías y
doctrinas. El partido de la oposición asegura que cambiará estas leyes o
formatos cuando llegue al poder; lo mismo que se recambiarán cuando los otros vuelvan a sucederlo. Los políticos, los padres
y madres, la administración, la sociedad, en general, nos exigen que eduquemos
y enseñemos a todos nuestros niños y
jóvenes y que construyamos un mundo mejor.
Sería muy
interesante crear un Consejo Independiente de Educación (CIE) que fuese
intocable, que ninguna ideología, ni sindicato, ni partido político lo manipulase, ni
influyesen lo más mínimo y que estuviera integrado sólo por docentes. Émulo de
la RAE. El zapatero a sus zapatos. Seguro que entonces comenzaríamos a avanzar.
Entre tanto, quiero agradecer toda la ayuda y
el apoyo moral del gobierno y de la sociedad en general. No es de extrañar que
tengamos los mejores estudiantes de toda la Unión Europea.



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