Mi hermano Alfredo también escribe sobre Pepe.... muy bien por cierto
La
presentación pom pom.
A Pepe le encantaba meterse en casas abandonadas y buscar
cosas viejas, que él creía antiguas, y objetos inservibles que utilizaba, para
haztargo de Carmen, como artículos de decoración. Su resignada esposa bufaba y
bramía, como un magnífico ejemplar de las praderas estadounidenses, ante
semejante colección de testarretes que proliferaban por todo el piso-dúplex. Lo
de ese apelativo (poco conocido por
estos lares) no se sabía muy bien a qué se debía, pues Pepe, cuando decidió
comprar su vivienda, la constructora sólamente le pudo hacer una pequeña
habitación en la parte de arriba. Aún así él accedió a dicho acuerdo porque se
ahorraría una suculenta cantidad de dinero, y podría alardear ante sus escasas
amistades de su magnífico piso-dúplex.
Un día, mientras su abnegada
esposa amañaba un viaje a Granada para asistir a una conferencia sobre
Nostradamus, Pepe encontró una casa semiderruida y decidió entrar a ver qué “pillaba”
por ahí. La puerta estaba sellada bajo peligro de derrumbe, pero por detrás
había un pequeño agujero en la pared, suficiente para que Pepe se introdujese.
Siempre llevaba una pequeña linterna que le ayudaba en sus numerosas incursiones
en este tipo de “aventurillas” , las llamaba él. La única estancia que se
encontraba mínimamente transitable, estaba repleta de objetos de cerámica
(botijos, platos, saleros, cerditos…). Ciertamente encontró un buen botín. Pero
lo que más le llamó la atención fue un rollo de papel que sobresalía del cajón
de un estante. Lo abrió enseguida, con toda la premura que le dejó su
incipiente temblor de manos, pues pensaba que podría tratarse de un mapa que le
indicara el camino a seguir hacia un magnífico tesoro.
Los ojos se le desorbitaron de sus cuencas, pues no era más
que la invitación para la presentación de un libro: “El Espejo de Nostradamus”.
Abajo en el margen izquierdo, apuntaba un dato: 6 de julio de 2012. El corazón
le dio un vuelco cuando comprobó que era la fecha de hoy. Lo primero que pensó
es que alguien se estaba burlando de él, luego, que bien podría ser un error de
imprenta, pero su mente confabuladora le hizo pensar que Nostradamus le había
dejado la puerta abierta para descifrar el futuro. Cogió rápidamente el
pergamino y mientras se lo guardaba en el bolsillo del pantalón, iba pesando en
cómo llegar a las 21 horas al Ayuntamiento de Guadix, que era donde se
celebraría el evento.
Si se iba en la Bacoma que va a Benidorm (en una ocasión la
cogió con Carmen para aprovechar el 2x1 en un hotel de la ciudad alicantina) tendría
que quedarse a dormir en dicha ciudad y le resultaría, a la postre, más caro.
Decidió pues irse en su coche para así, poder volver a su casa.
Salió de Motril a las 4 de la tarde, en cinco horas llego
sobrao, pensó.
Los días a estas alturas del año son muy largos y
calurosos, más calurosos aún, si no se pone el a/c para ahorrar combustible. Se
detuvo, como siempre, a mitad de camino para merendar. En esta ocasión aparcó
el Fiat en el Puerto de la Mora, al fresquito. Sacó un termo de leche con
Colacao (era lo único que se negaba a comprar de oferta) y un paquete de
galletas con el envoltorio de 3x2 del supermercado Día. La tarde era muy
apacible, así que se tumbó en el asiento trasero del coche con las puertas
abiertas y, se quedó plácidamente dormido. Cuando quiso despertar, vio que eran
las 9 en punto, maldijo la hora, ya que
tendría que acelerar para llegar a tiempo, de forma que la gasolina que se
ahorró, sin poner el aire, tendría que mal gastarla al tener que ir a toda
velocidad. La fatalidad se apoderó de Pepe cuando a la altura de los quioscos
de cacharricos de Purullena había un radar móvil que lo cazó en pleno descenso
a más de 180 por hora, con lo que la multa fue de órdago. A la pareja de
policías intentó convencerlos de que su mujer estaba recién parida y que volvía
a casa para recoger ropa, por supuesto la excusa no coló. Mientras firmaba el
resguardo, se acordó de una amiga que trabajaba en el ayuntamiento de Motril y
que en más de una ocasión le había quitado un par de multas de zona azul, las
de tráfico con más serias, pero por intentarlo que no quede , pensó mientras se
le esbozaba una usurera sonrisa.
Llegó a Guadix a las 9 y media.
El local estaba al completo y en silencio. Todos escuchaban a una persona que
vestía camisa blanca y unos pantalones de color oscuro. Su voz y su cara le resultaban familiares,
creyó haberlo visto en una conferencia en Marbella sobre poesía del siglo de
Oro. Su elocución culta e instruida le confirmó que efectivamente era él.
Observó cómo había un stand de
libros con el título que ponía la tarjeta. En un descuido cogió uno y se lo
guardó. Ante el subidón de adrenalina que le dio a consecuencia del hurto y del
ahorro que le supondría, salió de allí como una exhalación, cuando, de repente,
se encontró de bruces con la imponente catedral accitana, que le hizo entrar en
un repentino arrepentimiento. El remordimiento le conminó a ofrecer como prenda de pago un bañador que
daba por perdido y del cual había acusado, injustamente, a su hermano de este
pequeño acto de pillería.
Pasados unos días, cuando ya se
había leído la novela, comprobó que consistía en un relato muy entretenido y
narrado con mucho estilo. Le llamó la atención la magnífica armonía en la que
convivían el lenguaje más chabacano con referencias de lo más culto. Decidió
escribirle unas líneas en el blog del autor: rayaperez.blogspot.com, donde le
daba las gracias por este maravilloso libro en el que se conjugan las Sonrisas
y las Lágrimas.
Pepe pensaba que los únicos capaces
de escribir un libro eran los que se apellidaban Follet, Asensi, Cook, Navarro…
entre otros, pero descubrió que un tal
Raya Pérez incluso los superaba.
Gracias de todo corazón, por
sacarme de tanto best seller.


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