José Luis Raya
Profesor y
escritor
El desencanto se va apoderando de la
sociedad y el verano para la gran mayoría se presenta muy amargo. Las personas
se van quedando en paro, sí, las personas, los seres humanos, hablo de esos que
menciona La Constitución que son españoles y que tienen derecho a una vivienda
y un trabajo dignos. Los desahucios están dejando de ser noticia por su
proliferación, los que precisamente Bankia acometía en la Comunidad de Madrid
con celeridad y desparpajo y ahora la van a salvar con un torrente ingente de
millones de euros inyectados por la Unión Europea y que todos los españoles
tendremos que pagar, incluidos los propios desahuciados. Los parados empiezan a
sentirse extraños ante la nueva situación, se sienten perdidos, sin rumbo y,
conforme van transcurriendo los días y las semanas y los meses, que pesan como
una losa, la desesperanza los va mordiendo a destajo poco a poco. Los más
jóvenes siguen viviendo en casa de los padres, ya no tienen que ir a la obra,
algunos se reenganchan con los estudios, más de la mitad desiste porque les
resulta muy difícil recuperar materia y contenidos perdidos durante unos años,
así que montan a la novia en su Audi A3 o su Golf GTI y se van a dar un voltio
con los cincuenta euros que papá, a duras penas, les ha podido prestar, sin
devolución inmediata. Los más audaces se apuntan en las academias para dar un
curso intensivo de inglés y poder marcharse al extranjero, porque todo el mundo
sabe ya que sin el inglés no se va a ninguna parte, incluso alemán o noruego se
está demandando. Los universitarios licenciados y doctorados – médicos,
ingenieros, arquitectos, científicos…- emigran a América, Japón o Europa, esos
jóvenes que el Estado, es decir, todos nosotros, hemos costeado para que puedan
servirnos y que nuestro país siga manteniendo un buen nivel. Decenas de miles
salen cada mes y atraviesan nuestras fronteras, como un lamentable éxodo. Es la
Futura Generación Perdida. Allende nuestras fronteras se instalarán y
seguramente formen una familia – tendremos el programa “Españoles por el mundo”
hasta la eternidad.- Algunos regresarán con los ahorros bajo el brazo y se
sentirán nuevamente incómodos porque ya han probado las mieles del éxito y aquí
se les ningunea, porque comprueban que sólo se admira a los futbolistas,
toreros, cantantes y gente de los programas de telebasura. Que nadie conoce un
solo científico o investigador en nuestro país, porque no interesa. Todo el
mundo debería saber que mientras que España tiene en su haber 7 premios Nobel,
Francia tiene 57 y el Reino Unido 117. – Tenemos en común que los tres terminamos en siete-. Pero
esto es una idiotez comparado con los 4 goles que le metimos a Italia en la
final europea.
Ahora
nos están apretando las tuercas hasta hacernos sangrar. España está siendo
descaradamente intervenida. Vamos a salir a las huelgas con desparpajo y con
todo el cabreo del mundo porque tenemos derecho, pero de nada servirá. No es
nuestro Gobierno el que gobierna sino Bruselas y Berlín, como ya indico
claramente en mi última novela. Hemos sido un desastre durante décadas y ahora
nos ponen tarea y ejercicios para recuperar, es muy difícil que recuperemos en
septiembre, seguramente tendremos que repetir curso o a lo peor nos hacen
retroceder varios cursos atrás. Volveremos a estar en la clase de los niños
pequeños y tendremos que aprender todo aquello que hemos olvidado o que quizás
nunca lo llegamos a aprender verdaderamente… Y es que somos una Gran Nación
pero un Desastre a la vez. Y muchos siguen alardeando de lo bien que se vive en
España con su cerveza fresquita y su cubata de ron. Lo que no ven es que, como
sigamos así, la cerveza la tendrán que beber en casa o ni eso, que el agua es
más barata.
No
son los recortes lo que puede salvar a este país al que todos adoramos, ni el
cambio infraestructural, sino la superestructura, como decían los hegelianos,
la Ideología, la mentalidad, para entendernos. Es fundamental que todos los
españoles cambien el chip, que
comencemos a ver la vida de otra forma, que dejemos de pensar en que lo mejor y
más seguro es ser funcionario por ejemplo y que hay que ir a por el dinero
rápido, un pelotazo, en la futura construcción o un bar a pie de playa. Hay que
educar y crear futuros emprendedores, aguerridos, audaces e inteligentes. Hay
que educar para que todo el mundo pague sus impuestos y olvidarnos de una vez
de la Picaresca que arrastramos desde el Siglo XVI. Hay que educar y formar
investigadores-as y científicos-as y no tantos maestros ni administrativos. Hay
que devolverle al camarero el dinero que nos da de más o a la cajera del
Mercadona. Hay que andar un poquito y dejar el papel en la papelera que está a
treinta metros. Hay que detenerse en los “stop”. Hay que apagar el televisor y
leer un libro. Los educadores también hemos sido recortados y nos aumentan la
ratio, por lo que resultará más difícil planificar nuestras tareas. Quizás la
frase “un pueblo ignorante se maneja mejor” sea absolutamente acertada.
Mientras tanto nos sentamos frente al mar y miramos su inmensidad con
desconsuelo y desencanto. Al menos nos queda la mar.


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