La Educación que nos viene
La Educación que nos viene | Diario Sur
Cada cierto tiempo los modelos de Educación y de promoción van cambiando según el color del gobierno que ejerza en una determinada etapa. No es apropiado para los docentes ni para el alumnado que cada cierto tiempo se revisen, se cambien y se transformen los modelos de educación y aprendizaje. Quiero decir cada cierto “breve espacio de tiempo”. Se debería consensuar de alguna manera para que una Ley Educativa prevalezca y se consolide a través de un pacto educativo... Y que dejen de inmiscuirse los partidos políticos continuamente. Lo que nos llega es un nuevo barniz que sigue sin atajar los verdaderos problemas de la educación que ya son endémicos: nuevos términos que vuelven a ser confusos y que contradicen los anteriores y, a su vez, serán contradichos por los siguientes; nuevos sistemas de promoción que van encaminados a ocultar el fracaso y el abandono escolar; nuevas leyes y normativas extensísimas y confusas, realizadas por personas ajenas a la realidad de los centros, esto es, faltas de disciplina, faltas de respeto a los profesores, faltas de hábitos de trabajo y de estudio, entre otras docenas de faltas y repetitivas faltas. Muchos docentes estamos esperando una ley definitiva que arranque de raíz tanto despropósito y desacierto.
Los cambios pueden ser necesarios si contribuyen al avance de la sociedad y a la preparación de los jóvenes en los terrenos básicos: científicos, humanísticos y tecnológicos. El hecho de cambiar los modelos con excesiva frecuencia puede resultar un claro síntoma de que los modelos no funcionan por haber sido confeccionados precipitadamente y alejarse de la realidad social, con lo cual más que un nuevo modelo se asemeja a un nuevo experimento.
Un sistema educativo ha de ser realista y funcional y no ha de estar dirigido al beneficio político de uno u otro color.
Deberíamos considerar que arropar, proteger y educar en la igualdad y la diversidad tendría que ser algo monocromático y que no se tiña de rojo o azul. Lo que ocurre es que una posición (izquierda vs derecha) tiende a monopolizar algo que es patrimonio de todos o a apropiarse de los derechos fundamentales de los individuos. Nos referimos a la bandera de España y a los derechos LGTB, por poner dos claros ejemplos. Estas dos referencias, entre otras, no deberían estar en ningún bando.
La asignatura de Filosofía ha perdido fuerza en el currículo. Dicha materia es básica para discernir, reflexionar o decidir, en definitiva para ser libres y no dejarnos manipular. Alguien, desde las alturas, está impidiendo este derecho fundamental.
El Latín también fue denostado en su momento. Esta asignatura es fundamental para conocer y reflexionar sobre nuestra propia lengua: el español o castellano. Al mismo tiempo es necesario para conocer otras lenguas de nuestro país: el catalán y el gallego. Observo que, a partir de ciertas posiciones ideológicas, echamos piedras sobre nuestro propio tejado, es decir, impedimos o infravaloramos nuestra riqueza lingüística, lo cual puede resultar, a largo plazo, algo imperdonable. Esto también ha sido politizado indebidamente, esto es, apoyar y promover nuestra diversidad lingüística es de izquierdas, en cambio, si se realiza con el español es de derechas. Esas actitudes son tan pueriles como inmaduras, ya que las lenguas carecen de ideologías. Son nuestros propios políticos los que lo complican y lo embarran todo.
Lo mismo se podría decir de la educación musical y la infravaloración de la Literatura, por ello muchos jóvenes mueren por Omar Montes; así Belén Esteban ha vendido más libros que Vargas Llosa o Saramago. Con todos mis respetos hacia Omar y Belén. Pero ¿hacia dónde vamos? ¿Hacia una sociedad inmadura, pueril, ignorante y agresiva? ¿Esto es así? ¿O son infundadas apreciaciones?
La FP sigue sin potenciarse como se debiera. A los jóvenes de este país les repele la investigación y el espíritu emprendedor, sencillamente porque no se han promovido correctamente y se ha potenciado el sueldo fijo funcionarial para toda la vida, aunque sea una birria. Lo cual no es de extrañar si se crucifica con impuestos al empresario o al emprendedor. Seguramente, cierta postura ideológica ha contribuido a ello, por lo que España seguirá siendo un país de servicios y de turismo básicamente. Carecemos de una economía diversificada. Ya lo comprobamos durante el confinamiento. Tres de cada cuatro profesionales se encuentran en el sector servicios. Así es imposible que alcancemos la relevancia en Europa y en el mundo que España merece: esto sigue formando parte de nuestro obsoleto y rancio sistema educativo.
Por último, se tiende a que un alumno pueda promocionar o pasar al curso siguiente con alguna asignatura suspensa; pero esto no es nuevo o yo ya estoy perdido, ya que, incluso, podían pasar de curso con todas suspensas cuando ya habían repetido. Así pues, todo consiste en barnizar los resultados de cara a la galería. Los nuevos sistemas de promoción de curso siguen basándose en lo mismo: clara renuncia a la cultura del esfuerzo y de la superación.



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