Un poco de respeto
Un poco de respeto
José Luis Raya
De puertas afuera sólo se ve que los
profesores y maestros viven muy bien y que tienen muchas vacaciones. Este
argumento es tan repetitivo que está calando hondo en el acervo cultural con
excesivo acerbo y acritud. Sin duda, esta afirmación conlleva, no tanto una
desazón perniciosa como un deseo de
incomodidad propagada. Tanto es así, que vamos acatando dócilmente todo lo que
va llegando, incluso lo que se cuece internamente, sin que nada ni nadie, no me
refiero solo a las federaciones y sindicatos, rompa una lanza a/en nuestro
favor.
Ya nos fueron rebajando esas dichosas e
inmerecidas vacaciones, nos aumentaron las horas lectivas, como si no se
echaran otras horas en otras y múltiples tareas, y redujeron el salario, como a
todo hijo de vecino. Hasta aquí todo va bien, ya que estamos participando del
deterioro social generalizado y eso mola a la sociedad: o todos moros o todos
cristianos. Así se ahorran más sueldos en profesores, sobre todo si los
sustitutos acuden pasados quince días como mínimo, entre tanto los alumnos-as
retozan a sus anchas y pierden el tiempo. Y que un profesor no se ponga malo el
viernes o el lunes que lo enlazan con el fin de semana para sisar más de un
sueldo que mengua mes a mes. Así siempre gana la banca, quiero decir la
administración.
A continuación, se produce un desembarco de
inspectores que, dicho sea de paso, todo organismo debe estar sometido a un
control de calidad y esto es beneficioso para todos. Pero, se ha llegado con
una maleta cargada de prejuicios relacionada con el bajo rendimiento que
nuestros escolares y alumnos tienen en relación con la media europea y con el
conocido Pisa Report. Se nos ha
demonizado como si fuésemos los únicos culpables y responsables de todo este
descerebrado despropósito, y cualquier dato es susceptible de crítica y casi
nunca de encomio. Así las Programaciones extensas pecan de eso y las cortas de
lo otro, si se les enseña gramática ese no es el camino correcto, si se obvia
caemos en un verdadero error, si usamos mucho los recursos digitales no hay que
abusar de ellos, si usamos la memoria eso ya está desfasado pero por otra parte
no hay que olvidarla, si la lectura es en voz alta hay que hacerla en voz baja
y viceversa, si usamos las Programaciones de aula resulta que no son tan
necesarias, pero por otro lado tenemos que llevar un control del trabajo.
Trabajamos a diario con competencias pero no está reflejado correctamente en la
Programación, me pregunto de qué sirve reflejarlo si luego no se lleva a cabo. Si
realizamos actividades extraescolares no hay que hacer tantas que la economía
está muy mala, tampoco debemos obligar al niño a que compre un libro de
lectura, algunos padres o madres se han quejado al respecto. Los libros han de
ser gratuitos. Entre tanto, los observo con sus móviles de última generación
que manejan a las mil maravillas, y si se lo requisas porque no están
atendiendo ni trabajando, les falta la misma vida. Incluso puede aparecer el
padre o la madre para recriminártelo “¡Y que sea la última vez que usted toca
el móvil de mi hijo, que me ha costado más de cuatrocientos euros¡” – Grita la
madre o el padre a los cuatro vientos, que por cierto lleva más de dos años en
paro- Y así un rosario de impedimentos que uno ya no sabe por dónde tirar. Y es
que esto no lo va arreglar ni el profesor, ni el maestro, sino que es un cáncer
social, alimentado por los propios padres y madres que no educan a sus hijos en
los valores de la disciplina, el rigor,
el trabajo y el respeto. Llegan en muchos casos asalvajados, espejo de
sus propios padres o madres, y nos trasladan a nosotros sus problemas y
contubernios familiares. Así no se puede avanzar. Por muchas enmiendas que se
hagan en las Programaciones, en las competencias, en las actividades o en los
ejercicios. Esto parece que no lo arregla ni Dios. Yo le pediría a la sociedad
en general y a los padres en particular, que si no nos quieren ayudar que, al
menos, no molesten. Me refiero a unos cuantos, afortunadamente, pero que
abultan un montón. Y sobre todo, un poco de respeto, por favor. Y a las altas
esferas les pediría que empecemos a tomar conciencia de nuestra decrépita
situación y que no lancemos piedras sobre nuestro propio tejado ¿Qué culpa
tengo yo de que el niño, o la niña, llegue a tercera o cuarta hora de la mañana,
escuchando música en su smartphone,
porque ha estado viendo la TV hasta las cuatro de la madrugada, y obviamente
sin los deberes hechos y sin preparar el examen porque no sabía que lo hubiera?
Ni las vacaciones, ni el sueldo, ni las programaciones, ni las competencias van
a arreglar este desaguisado.



Acabo de leer su artículo en el Diario Sur y quería comentarle simplemente que tiene toda la razón del mundo y que más de uno debería leerlo. Un saludo.
ResponderEliminarHola. He leído su articulo y por fin alguien expresa lo que de verdad estamos viviendo y sintiendo muchos profesores. Sólo hubiese incluido en la petición a nuestros inspectores:Yo le pediría a la sociedad en general , a los padres en particular y a nuestros inspectores , que si no nos quieren ayudar que, al menos, no molesten". Un saludo
ResponderEliminarPartiendo de la base de que esto parece ser un plan de crear una sociedad de ignorancia, estoy totalmente de acuerdo contigo que esto no lo arregla ni Dios
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