Guillermo y la pompa de jabón
Guillermo y
la pompa de jabón
Nunca podía imaginar que ese día pudiera
llegar. Guillermo había sido castigado junto con sus dos amigos, Luci y Mario,
a permanecer encerrados toda la tarde en el colegio.
El sol se iba ocultando y las sombras de la
noche hacían gimotear a Luci que miraba a través de los cristales: “Cuando
salgamos eztara muy ozcuro y loz loboz noz comerán…” Ahora lloraba asustada.
-Eso no es cierto ¡Por aquí no hay lobos!
Seguro que has sido tú el que le ha metido esas tonterías en la cabeza -señaló
Mario a Guillermo- Estamos castigados por tu culpa y Luci ya está llorando otra
vez.
-No ha sido por mi culpa. La “seño” me tiene
manía…
-La “seño” ya estaba harta de tus mentiras.
¡No puedes estar mintiendo siempre!
Guillermo se había metido en un pequeño lío.
A los niños más pequeños de la clase les había contado que en la escuela había
un fantasma, que salía por las noches de su escondite y se paseaba por las
aulas. Los niños se habían asustado. La señorita Nemesia no pudo soportar mas
las “trolas” de Guillermo. Mario y Luci apoyaron la historia, diciendo que
ellos lo habían visto también.
-Zomoz tuz amigoz. Por ezo yo he dicho que
vi al fantazma, pero ezo ez mentira Guillermito, y tu lo zabez -exclamó Luci
más calmada-. Guillermo la besó en la frente y le dio las gracias.
Sólo
le quedaba esperar que su madre no se pusiera demasiado furiosa cuando se
enterara: “¡Guille! ¡Todo el fin de semana encerrado en tu habitación sin
salir! ¡Así aprenderás a no contar mas mentiras!”.
En otras ocasiones había sido obligado a
encerrarse toda una tarde, ahora tanto tiempo sin salir a la calle podía ser
demasiado.
“¡Ah! Se me olvidaba ¡Tampoco podrás ver los
dibujos animados!”. Su mamá se alejó por el pasillo refunfuñando.
Éste era el peor castigo que se le había
presentado en sus diez años.
Guille parecía un buen chico. Los profesores
lo acusaban de tener un exceso de fantasía y por eso se inventaba tantas
historias. Su padre no le reñía, opinaba que todo eso lo hacía para llamar la
atención, “lo más sensato será no dar importancia al asunto y así, con el
tiempo, se cansará y no contará nada mas”.
¿Quién podía creer que existieran piñas
rojas o plátanos azules? ¿Por qué se le ocurriría contar que una vez vio un
gato ladrar? Tampoco nadie creía que el viejo coche de su padre alcanzara los
trescientos kms/hora, o que la señorita Nemesia se transformara en bruja las
noches de luna llena.
Lo que nadie dudaba era que los pasteles que
preparaba su madre, con una antigua receta de su abuela, satisfacían al paladar
más exigente. Los que probaban aquellos exquisitos pastelitos, de miel y nata,
afirmaban que eran los más dulces y sabrosos del mundo. No se hacían pesados,
se digerían muy bien. Parecía que uno flotara con tantas delicias. La tarta de
frambuesa y almendras era las más conocida del condado y la gente decía que elevaba
el espíritu aquella deliciosa confitura.
La historia del fantasma que habitaba en el
colegio se había difundido principalmente entre los más pequeños, los cuales se
mostraban atemorizados y se negaban a ir a clase.
El fin de semana se presentaba largo y
tedioso. Volvería a releer “La vuelta al Mundo en 80 días” o “Los Viajes de
Gulliver”, sus libros preferidos. Escucharía algo de música y se divertiría
nuevamente haciendo burbujas, docenas, cientos, miles de burbujas de jabón, y
reiría al ver a Tim, su perro, saltar para atraparlas con los dientes. Puede
que no sea tan aburrido.
Al volver al “cole” los demás niños miraban
a Guillermo de reojo. A lo lejos, al fondo del corredor divisó un bulto blanco
que se movía despacio ocultándose tras los pilares.
-¡Allí está! ¿Lo veis? Allí esta el
fantasma. –Gritó Guillermo, llamando la atención de todos los que se agolpaban
en el pasillo-.
El fantasma se aproximó a ellos y se despojó
de su sábana. Se trataba de Patxi, uno de los más gamberros del colegio. Todos
reían y se burlaban de Guille, el cual no pudo resistir tanta vergüenza que se
puso más colorado que un tomate.
-Ezpero que ezto te zirva de lección- le
comentó Luci, cara a cara, con sus coletas rubias y su nariz pecosa-.
En clase, la señorita Nemesia, vociferaba a
grito pelado:
-¡Siguen desapareciendo de mi huerto mis melocotones y mis manzanas! Sé
que es alguno de vosotros y espero descubrirlo. –Su mirada se fijó en la de
Guille, éste se encogió en su asiento, deslizándose lentamente bajo su pupitre.
A continuación, una vez que se había
calmado, inició la clase tratando el tema del deseo antiguo del hombre por
volar:
-Existieron leyendas en la antigüedad, en
las que el ser humano se obsesionaba por volar como un pájaro. Como Ícaro que…
-Yo puedo volar si quiero –interrumpió
Guille- con mi bicicleta...
-Eso es ridículo ¡Ya empiezas otra vez con
tus mentiras! –la “seño” se transformó en un ser enloquecido por la rabia –Los
niños empezaron a reír de forma estrepitosa.
Tan
sólo E.T. es el que puede volar en una bicicleta- concluyó.
-¿De qué se extraña usted? –añadió
tímidamente Guillermo- ¿Acaso usted no puede volar con su escoba? Los niños se
desternillaban, apenas podían creer lo que oían. Mario y Luci se miraron
horrorizados. No querían ni imaginar el tremendo castigo que le esperaba al
pobre Guillermito.
Transcurrieron los meses, ya faltaba muy
poco para que el curso finalizara. Guillermo enmudeció. Para no contar más
embustes solo debía no hablar. Había experimentado todas las reprimendas
posibles.
Aquella era una tibia tarde de Mayo, sus
padres habían ido de compras, mientras Guille jugaba con Tim a hacer pompas de
jabón.
-Tengo una idea- le habló a Tim, vamos a
mezclar el detergente con el líquido con que mamá hace los pastelitos –Tim
brincaba y ladraba alegremente-.
Comprobó que existía multitud de frascos en
el aparador de la cocina. Las burbujas salían mucho más grandes y consistentes,
cada una de un color diferente. El espectáculo era maravilloso: pompas de jabón
azules, verdes, violetas, naranjas… Tim meneaba el rabo entusiasmado.
Regresó al aparador y encontró un frasco
oculto donde se había escrito: “Receta mágica”.
Echó unas cuantas gotas en su cubilete, mojó su aro de hacer pompas y sopló y
sopló. Hizo una burbuja gigantesca. Tim meneaba la cabeza, saltó para
explotarla, sin embargo se introdujo dentro de la burbuja, como si ésta se lo
hubiera tragado. Guille se frotó los ojos. Tim ladraba pero el sonido parecía
muy lejano, como si llegara de otro mundo.
La inmensa pompa de jabón flotaba en la
habitación ¡Con su perrito dentro! Guille intentó explotarla con un alfiler,
pero no lo conseguía, sentía como si se pinchara sobre el agua, la burbuja
poseía un espesor difícil de deshacer. En el trastero localizó un viejo y
afilado atizador, debía recuperar a Tim antes de que sus padres regresaran. Le
asestó un golpe a la burbuja, que estalló pringando las paredes del dormitorio
de un viscoso mejunje. Tim huyó despavorido y Guillermo permaneció sentado en
el borde de la cama, atónito, intentando reconstruir en su mente todo lo que
había sucedido. ¿Le creerían cuando lo
contara? ¿O seguirían pensando que se trataba de otra de sus estúpidas
mentiras?
En múltiples
ocasiones se mordía la lengua, cada vez que sentía el impulso de
comentar lo sucedido. Volvió a contar con la complicidad de Mario y Luci: “Ya
está bien de tantos cuentos ¡No te aguanto más!” “Te eztaz volviendo loco
Guillermito”, fueron sus respuestas. Guille se sintió abatido. Tenía que idear
algo para que, por lo menos, sus mejores amigos le creyeran.
Aquella cálida tarde de Junio, Guille se
encontraba solo en su habitación, con su aparato de hacer burbujas. Lo tenía
todo preparado. Sopló lentamente, desinflaba sus pulmones y volvía a llenarlos
de aire. Al rato, se encontraba frente a una burbuja gigante, contó tres y de
un salto se introdujo dentro de la pompa de jabón. En ese instante Tim se coló
con tal velocidad que la inmensa burbuja se dirigió a la ventana, impulsada por
alguna corriente de aire, se incrustó levemente y salió al exterior produciendo
un sonido, ¡Plop!, similar al que se
escucha cuando se descorcha una botella de champán.
El viento los elevó a una gran altura.
Guillermo se sentía muy impresionado, sus sentimientos eran placenteros, Tim
dejó de ladrar. Una inmensa felicidad experimentaba desde el interior de su
gran esfera, que los arrastraba por los aires.
El pueblo se podía contemplar desde las
alturas. Se encontraba en otro mundo. Abrió los ojos con entusiasmo al
sobrevolar el huerto de la señorita Nemesia. Efectivamente podía apreciar que
las bananas eran azules, las piñas rojas y las lechugas moradas. El mundo
parecía haber trastocado sus colores naturales. También logró divisar al bribón
de Patxi “¡Es él! ¡Es él quien le roba las manzanas!”. Un buen puñado de ellas se
guardó en su mochila.
La
madre de Luci tendía los trapos en la terraza, su amiguita, boquiabierta,
intentaba sin éxito que su madre dirigiera la vista a la burbuja flotante.
“¡Me ha visto Luci!” Gritó entusiasmado.
Mario, acaba de levantarse de su siesta, y miraba por su ventana. Guille y
Mario se vieron perfectamente, éste se frota los ojos pues creía que aún estaba
soñando, la burbuja se alejó, subía y descendía lentamente. Lleno de gozo,
saltaba al comprobar que su mejor amigo lo había visto, Tim menaba la cola si
saber muy bien porqué.
Los niños de su colegio jugaban al fútbol, ¡Que pequeñitos! Se acordó de los
liliputienses de su querido Gulliver. Gritó en vano, su máxima ilusión sería
que todos vieran que, efectivamente, podía volar.
La fatalidad hizo que una ráfaga de aire los
dirigiera hacia el pico de la veleta de la torre principal, estalló la gran
burbuja gigante irremediablemente.
Guillermo se encaramó, a duras penas, al
soporte de la veleta. Tim aullaba nervioso sobre el tejadillo de la torre.
Todos los niños acudieron a la llamada de socorro del can. Al divisar la escena
rieron abiertamente y comenzaron a hacer chistes sobre aquella ridícula
situación. Nunca se sintió Guille tan humillado.
Era el último día de las clases. Se
aproximaba el verano. En la entrada del colegio, Patxi no cesaba de gastar
estúpidas bromas acerca de Guillermo y su perrito aullando en la torre del
pueblo.
La señorita Nemesia despedía a sus alumnos
calurosamente y les recordaba que todos debían colaborar en la fiesta de fin de
curso. Sin embargo, pronunció algunas palabras desalentadoras para alguno:
-…Han vuelto a robarme mis manzanas. No
puedo asegurar quien puede ser, pero me atrevería a acusar, como sospechoso, …
a Guillermo –lo miró con vehemencia-.
- Si no tiene pruebas no debería acusarme.
–Sentenció Guille- … ¿Por qué no mira en la mochila de Patxi? –Todos los niños
permanecieron en absoluto silencio-.
La señorita Nemesia se acercaba lentamente,
Patxi agarró su mochila y salió a toda velocidad del aula antes de que lo
descubrieran, en la puerta se giró y amenazó a Guille: “Eres un chivato. Te vas
a acordar de mí…”
La señorita Nemesia pidió disculpas
públicamente a Guille, y le preguntó cómo sabía que se trataba de Patxi.
-Nadie me va a creer –sentenció Guille-
todos creerán, sobre todo usted, que estoy mintiendo…
-No te preocupes, haré un esfuerzo –agregó
la señorita-.
-… Tengo dos testigos… Ellos también pueden
asegurar que puedo volar dentro de una burbuja gigante. Desde las alturas se
puede ver todo. Luci y Mario pueden decirlo ¿verdad?
La señorita Nemesia empezaba a ponerse
furiosa. Se acercó con genio a los niños y pregunto colérica: “¿Es cierto eso?”
Luci contestó amedrentada: “Zí”. Mario se encogió de hombros y con la voz
temblorosa exclamó que no estaba seguro, que acababa de despertarse, que no
veía bien. “No mientaz Mario, ahora zi ez verdad”.
-¿Ahora sí? – Nemesia puso los brazos en jarras-.
Guillermo sentenció, en su defensa, que el
día de la fiesta de fin de curso, a las siete de la tarde miraran todos al
cielo, que se convencerían de una vez por todas.
En un apartado lugar intentaba Guille
persuadir a Luci y a Mario para que lo acompañaran en su aérea demostración. Éstos, asombrados por la temeridad
y valentía de Guillermo, se negaron tímidamente. Les causaba pavor que pudiera
ocurrir alguna desgracia.
-Seríamos famosos –exclamaba Guillermo-
Saldríamos en todas las televisiones del mundo, nos entrevistarían los mejores
periódicos. Ganaríamos mucho dinero y yo pondría una agencia de viajes de
burbujas, claro, tendría que perfeccionar el invento: “La vuelta al mundo en
una burbuja”. ¿No es fantástico? ¿Qué decís?...
- Mi mamá ze enfadaría muchízimo – arguyó
Luci mirando el suelo-
-Yo, yo tengo vértigo. No podría. –comentó
Mario también cabizbajo.
Llegó, al fin, el día señalado. En la
entrada del colegio se habían colocado los puestos de limonada y naranjada,
mostradores repletos de bocadillos, canapés, patatas fritas, aceitunas,
caramelos, chocolatinas y otras exquisiteces. Algunos niños acudieron luciendo
vistosos disfraces, de Mortadelo, Peter Pan, Superman, había varias brujas, un
hada, incluso un simpático disfraz de un tubo dentífrico. El patio era cruzado,
de extremo a extremo, por tiras de globos multicolores y guirnaldas. Un ligero
olor a palomitas de maíz inundaba el ambiente, risueño y festivo, aquella tibia
tarde preveraniega.
Patxi se había colocado en megafonía y su
voz cacareante comenzó a escucharse por doquier: “Faltan cinco minutos para las
siete en punto, es la hora de saber si Guille es un embustero auténtico”.
De repente, apareció una gigantesca burbuja
flotando sobre el patio. Hubo un inquietante silencio. Alguien gritó “¡Es
Guille, es él!”, aquel grito sirvió para que se produjera el estruendo, todos
los niños comenzaron a chillar y aplaudir. La señorita Nemesia se limpiaba con
frenesí sus gafas para cerciorarse, el director permanecía boquiabierto, Mario
y Luci sonreían orgullosos de ser amigos de Guillermo.
La inmensa esfera se desplazaba lentamente
hacia las afueras del pueblo, todos los niños corrían bulliciosos tras ella, el
patio del colegio quedó vacío. La fatalidad hizo que una ráfaga de viento la
elevara vertiginosamente, hasta convertirse en un puntito y perderse entre las nubes. Todos se unieron en un
quejoso lamento, permanecían con las cabezas inclinadas hacia el cielo,
quedando inmersos, a continuación, en un inquietante silencio. La burbuja se
desvaneció ante la mirada atónita de los presentes.
Transcurrieron los días, los meses... la
gente del pueblo se interrogaba sobre el paradero de Guillermito. Sus padres se
culpaban por haber sido tan duros con él. Sus compañeros de clase, y sobre todo
la señorita Nemesia, se arrepintieron de no haberlo tomado en serio. Patxi
decía que si volviera intentaría ser su mejor amigo. Luci y Mario presumían de
tener una estrecha amistad con Guillermo, pero también sentían la oculta
fascinación de experimentar el vuelo que perdieron.
“Es
posible que se encuentre dando la vuelta al mundo, o haya aterrizado en la Isla
del Tesoro, o puede que se encuentre viajando hacia la luna.”
Sea como fuere, cada año, durante la
fiesta de fin de curso, los niños alzan sus cabezas esperanzados de que la
burbuja descienda, abriéndose paso entre las nubes.
Estos niños crecieron y se hicieron
adultos, y esta fantástica historia se
la relataban a sus hijos. Una celebración anual en su honor se creó. Algunos,
los más jovencitos, opinaban que esa historia fue una mentira, otros, en
cambio, siguen con sus miradas perdidas en el cielo.
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Israel Lozano:
ResponderEliminar-Planteamiento: desde el principio hasta "deliciosa confitura".
-Desarrollo: desde "la historia" hasta "de una vez por todas".
-Conclusión: desde "en un apartado lugar" hasta el final.
Marina Morales Ortega: Introducción - Desde "Nunca" hasta "Guillermito". (Narra las mentiras que hacía Guillermo).
ResponderEliminarDesarrollo - Desde "Transcurrieron" hasta "creyeran". (Cuenta que Guillermo consigue volar).
Conclusión - Desde "Aquella" hasta "cielo". (La gente averigua que Guillermo pudo volar, pero nunca volvió).
Opinión: No me esperaba el final, ya que me imaginaba que Guillermo terminaría feliz con sus compañeros y dejaría de mentir. Este cuento lo relaciono por ejemplo con personas que acostumbran a hacer bromas y cuando les sucede algo que es cierto y nadie los cree. Este cuento es un ejemplo de las consecuencias que trae el mentir; nos arriesgamos a que la gente nos mire mal y a que no nos crea en nada que contemos.
COMENTARIO DE: BEATRIZ ZEA SÁNCHEZ Y BEATRIZ VALECHA ZAPATA.
ResponderEliminarPARTES: Introducción: Desde "nunca podría imaginar"... hasta "le dio las gracias"
Guillermo y sus amigos están castigados por que Guillermo miente mucho y sus amigos lo apoyaron.
Desarrollo: Desde "solo le quedaba"... hasta "tan humillado"
Cuenta la historia de Guillermo y su perro. Crean una burbuja gigante y nadie los cree hasta que va a demostrar lo contrario.
Desenlace: desde "era el ultimo"... hasta el final
Guillermo demuestra que se puede volar dentro de una burbuja pero a consecuencia de una rafaga de viento la burbuja desaparece con el dentro y no es encontrado.
OPINIÓN: Nosotras pensamos que Guillermo es un chico con mucha imaginación y que necesita mas atención y no que lo estén llamando todo el rato mentiroso. Por tener tanta imaginación y tantas ilusiones todo lo que el piensa se hace realidad y sorprende a todos sus amigos con algo que parecía imposible.
COMENTARIO DE: BEATRIZ ZEA SÁNCHEZ Y BEATRIZ VALECHA ZAPATA.
ResponderEliminarPARTES: Introducción: Desde "nunca podría imaginar"... hasta "le dio las gracias"
Guillermo y sus amigos están castigados por que Guillermo miente mucho y sus amigos lo apoyaron.
Desarrollo: Desde "solo le quedaba"... hasta "tan humillado"
Cuenta la historia de Guillermo y su perro. Crean una burbuja gigante y nadie los cree hasta que va a demostrar lo contrario.
Desenlace: desde "era el ultimo"... hasta el final
Guillermo demuestra que se puede volar dentro de una burbuja pero a consecuencia de una rafaga de viento la burbuja desaparece con el dentro y no es encontrado.
OPINIÓN: Nosotras pensamos que Guillermo es un chico con mucha imaginación y que necesita mas atención y no que lo estén llamando todo el rato mentiroso. Por tener tanta imaginación y tantas ilusiones todo lo que el piensa se hace realidad y sorprende a todos sus amigos con algo que parecía imposible.
Paula Salguero Pérez:
ResponderEliminar-Planteamiento: Desde "Nunca podía imaginar..." hasta "y le dio las gracias". El texto en esta parte nos introduce la historia de Guillermo, este mentía mucho pero aún así sus amigos seguían con el, lo apoyaban.
- Nudo: Desde "solo le quedaba..." hasta "tan humillado". Guillermo forma una burbuja gigante y siempre está con su perro, el problema es que nadie le cree y se ve obligado a demostrar que es cierto.
- Conclusión: Desde "Era el último..." hasta "miradas perdidas en el cielo". Al final Guillermo consigue demostrar que puede volar dentro de la burbuja, pero esta se explotó y Guillermo no volvió a ser visto.
Opinión personal: Para mi opinión, creo que no creían a Guillermo por lo mentiroso que era, si no hubiera sido así la gente se lo habría creído desde un primer momento, pero aún así está bien que sus amigos le apoyaran en todo momento aunque mintiera, porque es un chico con mucha imaginación y si no le apoyara nadie perdería esa virtud.
.Planteamiento: Desde "Nunca podía imaginar que ese día..." hasta "... presentado en sus diez años"
ResponderEliminar.Desarrollo: Desde "Guille parecía un buen chico." hasta "...el vuelo que perdieron"
.Conclusión: Desde "Es posible que se encuentre..." hasta "...sus miradas perdidas en el cielo"